"...subito comprai due cavalli, di cui uno d'Andalusia della razza dei certosini di Xerez, stupendo animale, castagno d'oro; l'altro un hacha cordovese, più piccolo, ma eccellente, e spiritosissimo."

(Vittorio Alfieri, La Vita scritta da esso - 1790, 1803)

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Naturalmente nessuna analogia fra me e Vittorio Alfieri. Riporto le sue parole perché mi sarebbe piaciuto vivere in Andalusia quando ci venne lui.

domenica 16 ottobre 2011

DULZURA Y ASPEREZA DEL DISCURSO HUMANO: DE ARISTÓTELES A NOSOTROS


INDICE
PREÁMBULO: La razones de mi predilección de estos autores

PRIMERA PARTE
Modernidad” y “laicismo” en la Retórica de Aristóteles.

La reducción a arma de conservación del pensamiento de Aristóteles y, finalmente, en el siglo XX, el redescubrimiento de la retórica clásica.

Chaïm Perelman y la actualización de la retórica aristotélica en el marco de la esperanza de un resurgimiento democrático.

Algunos detalles sobre las sinopsis de las dos obras.

SEGUNDA PARTE: SINOPSIS DE LA RETÓRICA DE ARISTÓTELES 

Definición de la retórica.
Los protagonistas del discurso
a. El orador.
b. Los oyentes: exploración psicológica.
Tipos de discurso, públicos y fundamentos a. Discursos que aspiran a determinar una decisión y discursos que no tienen propósitos prácticos.
Estructuras profundas de los discursos
a. Inducción y deducción.
b. Ejemplos de varios tipos.
c. Entimemas, sentencias y tópicos.
TERCERA PARTE: SINOPSIS DEL TRATADO DE LA ARGUMENTACIÓN DE PERELMAN Y DE OLBRECHTS-TYTECA 

Premisa de los autores y partes del Tratado
Los marcos de la argumentación
a-Demostración y argumentación.
b- Las diferentes audiencias.
c- Argumentación, violencia y compromiso.
La base de la argumentación
a- Hechos, verdades y valores.
b- Lugares comunes y conexiones mentales.
Las técnicas de la argumentación
a.La clasificación de los argumentos por Perelman y Olbrechts-Tyeca
b. Asociación y disociación y argumentos casi lógicos.
c. Contradicción, incompatibilidad, tautología, relación causa-efecto.
d. Ejemplos, ilustraciones, modelos.
CONCLUSIÓN: IDEAS PARA UN PROYECTO DIDÁCTICO


Teoría y práctica: lecciones magistrales y
ejercicios

Entre la teoría y la práctica: elección de un método



Oyentes y base de la argumentación
Incompatibilidad, compatibilidad, tesis simple y tesis compleja
Tautología

Ejemplos

Ejercicios y calificación de los alumnos



BIBLIOGRAFÍA ESENCIAL






 ... la retórica es una combinación de ciencia analítica y de costumbres, y es semejante en algunos aspectos a la dialéctica y, en otros, a los razonamientos sofísticos. (Aristóteles, Retórica. Libro I, cáp. 4)

Al igual que el escéptico, el fanático es víctima de la verdad última, definitiva, que no puede ser revisada una vez asumida: la diferencia entre el uno y el otro es que el primero cree que la posee, el segundo está convencido de que esta posesión es una ilusión.
(De Norberto Bobbio: Introducción al Tratado de la argumentación, de Perelman y Olbrechts-Tyteca)

PREÁMBULO

En el pasado he usado, en la enseñanza, muchos conceptos sacados de la Retórica de Aristóteles y del Tratado de Argumentación de Chaïm Perelman y de A. Olbrechts-Tyteca.

Sin duda, mi extraña doble condición actual (la de persona con una larga experiencia en la enseñanza y la de alumna de cierta edad que vive un sistema universitario bastante distinto del de su país) me impulsa a volver a estos autores de manera sistemática.

Además, pienso que el divorcio entre la política (utilizo este término en un sentido amplio y noble: hay muchas veces nobleza en la política) y el discurso estructurado ha contribuido al actual desastre de mi país. La sustitución de la pasión por el intercambio de ideas e incluso las “civilizadas peleas” - “l'onesto e il retto/Conversar cittadino1” -, por los eslóganes, las imágenes contundentes, las definiciones vulgares, ha cambiado, me parece, casi en sentido antropológico, a la mayoría de los italianos. En España, los políticos – se pueden criticar cuanto se quiere, pero esto se tendría que reconocer – tienen espacios para expresarse sin exasperación. En Italia, hasta los programas de televisión tienen el format de luchas gladiatoras, que corta cada posibilidad de discurso racional.

Es esta, quizás, una de las razones “desesperadas” de mi pasión por la “ciencia del discurso”.

Sin duda, mi elección de Aristóteles y Perelman como autores privilegiados no pretende ser objetiva ni neutral. Por el contrario, se basa, además en un agnosticismo radical que rechaza como acto de una fe imposible incluso el ateísmo. Naturalmente, no es esta la posición de todos los interlocutores con los que he mantenido y mantengo un intercambio de ideas, pero, por lo que a mí respecta, me hace percibir la fragilidad, la incertidumbre y al mismo tiempo la necesidad de la comunicación humana como lo único capaz de construir una convivencia aceptable y lo menos dolorosa posible entre las personas.

Mi trabajo está dividido en tres partes: en la primera, presentaré lo que, a mi parecer, son los puntos fuertes de la Retorica aristotélica y del Tratado de la argumentación; en la segunda y en la tercera proporcionaré las sinopsis de ambas obras; en la cuarta, propondré no un verdadero proyecto educativo, sino algunas ideas para un proyecto escolar, apoyándome también en mi punto de vista de alumna de una cierta edad.


PRIMERA PARTE

Modernidad” y “laicismo” de la Retórica de Aristóteles

Me parece que el filósofo estagirita, a quien valoro mucho (no se puede entender el complejo universo de Dante Alighieri sin hacer referencia al de Aristóteles) aunque en el marco de un sistema filosófico con una fundamental e inevitable vertiente metafísica, ha descrito un universo físico y un mundo humano de extraordinaria riqueza, con miles de articulaciones y colores, con escalas que conducen a planos diferentes. Sin duda - es casi superfluo subrayarlo - con aspectos inaceptables para nosotros. De todos modos, el mundo aristotélico era vasto y variado. Por el contrario, imagino el mundo de Platón y, en especial, de los que se han entregado al platonismo con diferentes matices (con la excepción del pensamiento de muchos autores del Humanismo y del Renacimiento), como una dualidad, un contraste contundente entre el blanco y el negro.
La retórica, es decir la “ciencia del discurso humano”, del discurso que habla “de” y “en” las relaciones humanas, era considerada por Platón algo digno sólo si coincidía con la dialéctica, a su vez encaminada a la búsqueda de la verdad absoluta. Quizás, los latinos, pese a su eclecticismo, en el fondo han sido más platónicos que aristotélicos2.
En la variedad, en la tensión hacia el realismo, en la riqueza del pensamiento de Aristóteles, se inserta su reflexión mucho más problemática y viva sobre la comunicación y el lenguaje humano.


Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.), ilustre meteco, fundador de la Escuela de Atenas, aunque en su vida estuvo estrechamente ligado a la dinastía macedonia (como sabemos, tuvo el papel de preceptor de Alejandro Magno y seguramente no fue muy amado por los que defendían la autonomía de la polis), en su Retórica (de datación muy incierta) recoge algunas de las razones fundamentales de la democracia ateniense que, de hecho, ya había desaparecido.
La modernidad y el espíritu laico ante litteram de la Retórica de Aristóteles, obra que explora también la psicología y las relaciones humanas, se demuestran al optar por decir claramente que, en el contexto de la comunicación interpersonal y social, no es posible referirse a verdades absolutas y, al mismo tiempo, que esta comunicación es inevitable, connatural al hombre pudiéndose, a través del estudio y de la reflexión, hacer más eficaz.
Al menos en este ámbito de la vida, leyendo la obra de Aristóteles, parece que el ser humano se ve obligado a tomar nota de su propia condición limitada, de la parcialidad de sus juicios, de sus valores, de sus creencias, de la relatividad de su realidad interior; y esa conciencia, contrariamente a lo que se ha sostenido durante siglos y, a menudo, muchos siguen pensando, no implica necesariamente, una reducción de la propia responsabilidad3, sino puede favorecer un compromiso cuyo fundamento no descansa en el regazo de un dios, sino en la incertidumbre, en la tensión y en la libertad y en la responsabilidad en nuestras relaciones con los demás seres humanos. El filósofo estagirita rescata así la retórica de la sospecha de falsedad, del acto de estafar a los otros mediante “bellas palabras” y de la manipulación de las emociones.

La reflexión de Aristóteles sobre la base de la argumentación, en la que tienen un papel importante los oyentes (una postura opuesta al egocentrismo e al solipsismo) se vale de instrumentos específicos: los tópicos4, puentes entre el orador y su público; los entimemas5, líneas de razonamiento similares a lo que son los silogismos propios de la lógica; los ejemplos, en su diferentes facetas, ladrillos del discurso inductivo etc.

La reducción a arma de conservación del pensamiento de Aristóteles y finalmente, en el siglo XX, el redescubrimiento de la retórica clásica

La obra de Aristóteles, rescatada en los siglos XII y XIII por los filósofos árabes, la Escolástica y la escuela poética italiana del Dolce Stil Novo, fue después desecada, endurecida y utilizada como un arma para bloquear la regeneración de la ciencia y del pensamiento. Los innovadores de diferentes épocas se rebelaron contra el aristotelismo identificándolo con el pensamiento conservador e incluso reaccionario. Hubo además, sobre todo en el Romanticismo, el rechazo de la retórica, de cualquier retórica, como instrumento de artificio que se oponía a la espontánea y libre expresión del yo.
En la segunda mitad del siglo XX, después de la condena romántica, se produjo en Europa una recuperación de la retórica clásica por diferentes razones que, obviamente, no puedo analizar en este escrito.
En el polo opuesto de esta recuperación se puede colocar la Réthorique Générale (1970), del Grupo μ de Lieja6, conectado con la Escuela de Praga, y el Tratado de la argumentación de Perelman y Olbrechts-Tyteca7.
Así se expresa Umberto Eco a propósito de la obra del Grupo μ: “La retórica es en su opinión [de los miembros del Grupo μ] una teoría del uso específico del lenguaje literario (aunque los ejemplos de uso literario se encuentran en la publicidad o en los titulares de los periódicos). Se puede afirmar que el Grupo μ hace de la retórica una estilística, es decir el instrumento fundamental de lo que la Escuela de Praga denominaba 'poética'”8. Estos autores, pues, han hecho referencia sobre todo a lo que los latinos llamaban “elocutio”, que verdaderamente, con el paso del tiempo, se había convertido en la parte preponderante de la “ciencia del discurso”.
Perelman, por el contrario, tomó como referencia fundamental la Retórica de Aristóteles, en la que la elocutio tiene un espacio modestísimo y está relacionada con el nivel más profundo y complejo de la inventio, la parte absolutamente dominante de la obra.

Chaïm Perelman y la actualización de la retórica aristotélica en el marco de la esperanza de un resurgimiento democrático

Chaïm Perelman (1912-1984), hijo de una familia judía de Varsovia, se trasladó a Bélgica, adquirió la ciudadanía de este país y enseñó Lógica y Filosofía en la Universidad Libre de Bruselas hasta la ocupación nazi. Bajo esta ocupación, se comprometió con el Front pour l'Indépendance y salvó a muchos judíos del exterminio.
Después de la liberación, retomó su trabajo en la universidad y se dedicó, sobre todo, a la teoría de la argumentación y a su aplicación en el derecho. El Traité de l'argumentation, de 1954, es su obra principal, que escribió en colaboración con Lucie Olbrechts-Tyteca. Leyendo esta obra, es fácil reconocer en ella la huella de las esperanzas de refundación de una nueva democracia, de un discurso humano basado en la atención a los demás, en el intercambio de ideas, en una razón laica que, por supuesto, no tiene la pretensión de ser la portadora de la verdad absoluta.
Hay en el Tratado la aspiración de una comunicación civilizada, cuyo objetivo es convencer a los interlocutores, porque el discurso que pretende convencer según reglas compartidas es, para Perelman, el antídoto más potente contra la violencia.

Es este un tratado vastísimo, en el que los autores retoman y actualizan la enseñanza de la retórica antigua9 (el eje principal es la Retórica de Aristóteles), mientras que las referencias a textos de otros retóricos del clasicismo - sobre todo a la Rethorica ad Herennium y a obras de Cicerón y de Quintiliano - conciernen a aspectos parciales de la reflexión.

Hay, naturalmente, diferencias entre el Tratado y la obra del filósofo estagirita. Entre ellas subrayo las que, en mi opinión, son fundamentales:

* Perelman y Olbrechts-Tyeca reflexionan sobre el discurso humano, no en el marco de un sistema en el que la metafísica ocupa un papel central, sino en el de la modernidad cargada de incertidumbre, y exploran, en relación a este contexto, la base sobre la que descansa la legitimidad del discurso humano que tiene como objetivo convencer. Como Aristóteles, no encuentran otra base de valoración de la argumentación más que el consentimiento, lo más amplio posible, de los destinatarios del discurso sobre los hechos fundamentales de que se habla, las verdades probables, los valores, las premisas generales que se ponen en la base de propia argumentación. Pero, a diferencia de Aristóteles, hacen explícita una reserva: no siempre es honorable tratar de convencer. A veces una persona puede considerar ético diferenciarse de las opiniones fundamentales predominantes, rechazarlas, sabiendo que así queda en minoría o solo. Pero esto no invalida la actitud humana de comunicar y de convencer a los demás.
Seguramente – reflexiono yo – parece en muchos casos que sólo un cabello separe la atención a los pensamientos de los demás del engaño. Pero, si se piensa que no hay verdades absolutas, no se tienen que inventar. Quien no crea que en un nido lejano se refugie la auténtica Verdad, debe aceptar necesariamente un vaivén entre lo compartido por muchos y su propia conciencia individual, entendida en un sentido vagamente kantiano.
** Los autores del Tratado reflexionan sobre la naturaleza del discurso humano en un tiempo en que las posibilidades y las necesidades de argumentar se han multiplicado, han surgido miles y miles ocasiones de dar a conocer sus propios pensamientos sobre muchos temas, y la mayoría de los discursos argumentativos no son sólo orales, sino escritos y luego difundidos por la prensa. Esta diferencia profunda lleva a otras diferencias, como se verá, en la consideración de lo públicos y de los géneros de los textos argumentativos, que, como se sabe, Aristóteles clasificó en tres grupos (deliberativos, judiciales y epidícticos), cada uno con audiencia, objetivos y contenidos basilares específicos.
En época moderna, es fácil darse cuenta de que no se pueden encerrar todos los textos argumentativos en géneros definidos por fronteras ciertas, aunque hay todavía ámbitos específicos (por ejemplo, un tribunal, una campaña electoral, un congreso científico) que, en general, requieren discursos más especializados. En la opinión de los autores del Tratado, lo que los antiguos retóricos clasificaron como “discursos epidícticos”, no dirigidos a la toma de una decisión o a la acción inmediata, se han convertido, en la sociedad actual, en importantes vehículos para la difusión, el intercambio de ideas y el avance del pensamiento que abarca múltiples cuestiones de la vida.

Algunos detalles de los resúmenes de las dos obras

No faltan, seguramente, interesantes investigaciones académicas sobre las dos obras de retórica que están en el centro de mi trabajo. Algunas aparecen en la modesta bibliografía que se encuentra al final de estas páginas.
Pero me parece – aunque puedo equivocarme porque no conozco todo lo que se ha producido al respecto – que la reflexión teórica más sofisticada está alejada de la práctica de la enseñanza. Por lo que conozco de la producción italiana para la didáctica y los alumnos, pienso que ha habido en las últimas décadas una reducción radical de diferentes aportaciones teóricas de épocas distintas, con el fin de proponer a la escuela de masas recetarios simplificados, que, según mi experiencia, no han ayudado a los estudiantes a desarrollar la capacidad para construir discursos distintos como se habían propuesto10.

Es evidente además que un resumen puntual de todas las partes de las obras sería una locura para quien lo hiciese y para quien tuviese que leerlo. Aristóteles y los autores del Tratado desarrollan sobre las múltiples formas que toma el “pensamiento argumentativo” un discurso pormenorizado: mucho más Perelman y Olbrechts-Tyeca que Aristóteles. Es obvia, esta diferencia, porque, como he dicho antes, las formas y los textos argumentativos se han multiplicado durante la época moderna. Aristóteles, como los autores del Tratado, hace contribuciones parciales y da muchos ejemplos sacándolo de un vasto patrimonio literario.
Hay en ambas obras verdaderas gramáticas “descriptivas” de la argumentación, muy analíticas. Estas “gramáticas” de la argumentación, al igual que los árboles, tienen troncos de los que salen ramas. Por supuesto, es relativamente fácil describir los troncos, pero no se puede informar sobre todas las ramas y las ramitas.
Por las dos razones que acabo de mencionar, he optado por hablar de algunos contenidos que me parecen especialmente significativos con la finalidad de una oferta didáctica, aunque soy consciente de que la delimitación que pongo no puede ser más que provisional. Por eso, este trabajo no tiene ninguna pretensión de exhaustividad, sino – así lo espero – de claridad.

Mi resumen de la Retórica de Aristóteles no respeta precisamente el orden expositivo del texto. Me parece oportuno reagrupar con pequeñas variaciones los contenidos, porque en la obra hay, aunque limitadamente, el inicio de una reflexión sobre ciertos temas en un pasaje y bastante lejos su continuación. Además, me parece importante subrayar que este parcial desorden puede ser debido a la estratificada e incierta composición y a las ediciones igualmente inciertas de la obra11.

SEGUNDA PARTE – SINOPSIS DE LA RETÓRICA DE ARISTÓTELES

Definición de la retórica


La retórica es, para Aristóteles, una disciplina que, aunque presenta analogías con la dialéctica (y con el razonamiento lógico), tiene un estatus autónomo. El aspecto común entre retórica y dialéctica es el hecho de que ambas son ciencias sin contenidos definidos, de ellas disfrutan todos, no sólo los que se han especializado en determinados ámbitos. La diferencia/oposición está en el hecho de que la dialéctica busca el alcance de la Verdad (con “v” mayúscula: verdad objetiva) en distintos campos y la retórica la persuasión de los interlocutores. La dialéctica es el arte de “razonar sobre todos problemas a partir de cosas plausibles”, la retórica “la facultad de considerar en cada caso lo que puede ser convincente” (ob. cit., p. 52. Libro I, cap. 2); de buscar y comunicar respuestas que tienen una gran probabilidad de ser verdaderas a preguntas que se hacen en distintos ámbitos de la vida social.

La retórica se ocupa, por tanto, de formas de pensamiento y de expresión en la vida social y personal, aunque muchos las utilizan sin ser conscientes de que se trata de algo connatural al hombre, pudiéndose desarrollar y perfeccionar con la reflexión y el estudio.

La actitud de convencer al interlocutor no es, para el filósofo, algo que se superponga necesariamente al pensamiento ni a la razón, cargándose de sutil astucia y malicia, algo que haga hincapié en las emociones contrarias a la razón. Por el contrario, es una actitud del pensamiento y de la comunicación que se basa en la razón, y, específicamente, en lo razonable y está inevitablemente relacionada con la evolución del contexto y, por lo tanto, no puede centrarse en verdades absolutas en cuanto inmutables.
Sobre la relación entre la conmoción del alma y lo razonable que está en la base de la retórica, Aristóteles se expresa así:

En efecto, la predisposición contra alguien, la compasión, la ira y otras afecciones del alma similares no tienen que ver con el asunto […]. Y es que no se debe alterar al juez induciéndolo a la ira, al odio o a la compasión, pues sería como si uno dejara torcida la regla que va a usar. (ibid., p. 46-47. Libro I, cap.1).


Aristóteles se refiere en su tratado esencialmente a las oraciones orales, aunque en la exploración de los múltiples aspectos de la retórica y del papel del orador habla también de los procesos psicológicos, racionales, “técnicos”, que preceden la actuación pública del orador y constituyen las premisas fundamentales de los discursos ( es importante precisar que “techné”, en griego antiguo, no es lo que hoy llamamos comúnmente “técnica”, sino un conjunto de actitudes y de habilidades, algo que corresponde a “artesanía” en un sentido elevado o a “arte”).

Los protagonistas del discurso

b) El orador
El orador tiene que tener en consideración con el máximo realismo posible a su público, los oyentes. Es creíble el orador que habla con actitud moderada12, se basa en premisas razonables y compartidas, no intenta agitar de manera impropia las emociones de los oyentes y no expone ideas preconcebidas, sino que con el discurso llega a proponer soluciones a los problemas. En otro pasaje de la obra, el filósofo retoma el discurso sobre las características del orador, que tiene que ser discreto, integro y hombre de buena voluntad.

b) El oyente: una exploración psicológica
El orador, además, debe conocer profundamente los caracteres y las pasiones del ser humano, relacionadas con factores específicos: la edad, la condición social etc.
Por eso Aristóteles hace un amplio recorrido por los sentimientos que guían las acciones humanas, tratando algunos por parejas de opuestos, cada uno con sus distintos matices, motivaciones y manifestaciones: la ira y la calma, el amor y el odio (importante las múltiples diferencias entre ira y odio), el temor y el ánimo, la vergüenza y la desvergüenza. Y también la generosidad, la compasión, la indignación, la envidia y, finalmente, la emulación y el desprecio. Se trata de un análisis entre antropológico y psicológico que indica al orador las posibles posturas del público, pero al mismo tiempo propone algunas indicaciones para los discursos. Esta parte podría parecer una digresión del tema del discurso. Pienso, por el contrario, que es una confirmación de la tensión del filósofo al explorar la naturaleza humana, al poner la base de la oratoria en la realidad psicológica del ser humano.

He sacado algunos ejemplos de la primera parte. Este es un pasaje de la reflexión sobre la ira:

Sea la ira un anhelo de venganza manifiesta, acompañado de pesar, provocado por un menosprecio manifiesto contra uno mismo o contra algún allegado, sin que el menosprecio estuviera justificado. Si en efecto la ira es eso, es forzoso que quien se encoleriza lo haga siempre con una persona concreta, por ejemplo, contra Pleon, pero no contra “el hombre” en general, y que le hayan hecho o se propongan hacerle algo a él mismo o a algún allegado, y además que sea consecuencia de la ira un cierto placer suscitado por la esperanza de vengarse, ya que es placentero creer que se va a realizar lo que se ansía, pero nadie ansía lo que es manifiestamente imposible para él. Por ello está muy bien dicho, respecto a la cólera:
que mucho más dulce que la miel que destila
se acrecienta en el pecho de los varones
13
(Ibis., p.141-142. Libro II, cap.2)



Hay, en este análisis, una conexión frecuente entre los sentimientos humanos, ya sean buenos o malos, y “el principio de placer”.
Además, en esta parte surge, de vez en cuando, una visión pesimista de la naturaleza humana que contradice otras reflexiones presentes en el tratado:


Y como la mayoría de la gente es bastante mala, es presa de la codicia y se acobarda en los riesgos, generalmente es temible el que está a merced de otro, y en consecuencia es de temer que los que están enterados de lo que hemos hecho nos denuncien o nos abandonen” (Ibid., p.157. Libro II, cap.5).

Aristóteles dedica unas páginas a relacionar los sentimientos y las posturas hacia los demás con las edades de los seres humanos, con su riqueza y su poder. Su reflexión puede parecernos demasiado dura y unilateral pero es, sin duda, interesante, intensa y, sobre todo, muy dramática (me parece que hay algo de la tragedia griega, en la que, como es sabido, el filósofo era muy experto).

Leemos un pasaje del discurso que se refiere a la juventud:

[Los jóvenes], en cuanto a su modo de ser, son propensos a desear y a hacer lo que desean. En cuanto a los deseos del cuerpo son especialmente inclinados a los sexuales e incapaces de dominarlos, aunque también son inconstantes y dados a aburrirse de sus deseos: desean vehementemente, pero se les pasa rápidamente [...]. Están deseosos de prestigio, pero lo están más de ganar, pues la juventud desea ardientemente la superioridad y la victoria es una forma de superioridad […]. La mayor parte de su vida está llena de esperanza, porque la esperanza se refiere al porvenir y al recuerdo al pasado y, para los jóvenes, el futuro es largo, y el pasado, corto[...](Ibid., página. 180-181. Libro II, cap.12).

Y otro, que se refiere a la vejez:

[Los viejos] son pobres de espíritu porque han sido humillados por la vida y, en efecto, no desean nada grande ni excesivo, sino lo necesario para vivir. Y son mezquinos, pues el dinero es una de las cosas que necesitan, además de que por experiencia saben que es difícil de ganar y fácil de perder[...]. Aman la vida, especialmente en los últimos días, por el deseo de lo que les falta, pues lo que más deseamos es aquello de lo que carecemos. Son más egoístas de lo debido, pues eso es una forma de pobreza de espíritu. Y viven mirando más de lo que se debe al provecho y no a la belleza, por lo egoístas que son […]. Son poco dados a la esperanza por su experiencia, pues la mayor parte de lo que les ha pasado ha sido negativo porque la mayoría de las cosas acaban en lo peor, además de por su propia cobardía. Y viven más de recuerdos que de esperanzas, puesto que lo que les queda de vida es poco y lo ya vivido mucho, y la esperanza se refiere al porvenir, y el recuerdo al pasado, lo cual es motivo de su charlatanería, ya que están continuamente hablando de lo que les ocurrió, pues disfrutan al recordarlo. Sus arrebatos son vivos, pero sin fuerza, y los deseos, o les han abandonado o han perdido su fuerza, de suerte que no son apasionados ni dados a actuar según sus impulsos, sino sólo por el lucro […] (Ibid., p.183. Libro II, cap.13).

Y un tercero, que habla de la madurez:

Los hombres maduros evidentemente tendrán un modo de ser intermedio entre uno u otro, libres de los excesos de ambos, y no serán ni demasiado miedosos, sino un punto medio entre ambas actitudes; no confían en todos, pero tampoco desconfían de todos, sino que tienen un criterio más acorde con la realidad […]. (Ibid., p.185. Libro II, cap.14).


Además, el filósofo analiza así los estados de ánimo y las posturas relacionadas con la riqueza (no trata de la psicología de los pobres):

Los ricos son insolentes y arrogantes, pues se ven un tanto afectados por la posesión de riqueza. Y es que se comportan como si poseyeran todos los bienes, pues al ser la riqueza una especie de patrón del valor de los demás, les parece por ello que pueden comprarlo todo […]. Los ricos se creen también merecedores de ocupar cargos, pues creen poseer aquello por lo que uno se hace digno de ocuparlos [...]. Sin embargo los modos de ser de quienes se han hecho ricos recientemente se diferencian de los que lo son de antiguo en que los nuevos ricos muestran todas las malas cualidades en mayor grado y con mayor bajeza, pues ser nuevo rico significa falta de educación para la riqueza […] (Ibid., pp. 186-187. Libro II, cap.15).

Concluye este largo recorrido sobre los estados de ánimo del hombre argumentando sobre la conexión entre el poder y las actitudes humanas:

[…] el poder tiene unos rasgos que son los mismos que los de la riqueza y otros mejores. Los poderosos, en efecto, tienen modos de ser más ganosos de honores y más viriles que lo ricos, porque aspiran a llevar a cabo acciones que les son accesibles precisamente por su poder. De modo que son más diligentes, porque se encuentran en permanente dedicación, obligados como son a atender las obligaciones del poder. De modo que son más diligentes, porque se encuentran en permanente dedicación […] (Ibid., pp. 188. Libro II, cap.16)..

Tipos de discursos, públicos y fundamentos

Hay tres tipos de discursos, para Aristóteles: el deliberativo, el judicial y el discurso de exhibición o epidíctico. Cada uno está relacionado con quién habla, de qué se habla y para quién se habla. Por lo tanto, en la obra de Aristóteles aparece ya la tríada de los elementos básicos de la comunicación: el emisor, el mensaje y el destinatario.
El discurso deliberativo comporta exhortación o disuasión. Tiene como finalidad favorecer decisiones por parte de la Asamblea de los ciudadanos, como tiempo el futuro (las perspectivas), como oyentes a los hombres libres que participan en la Asamblea, y como eje lo conveniente o lo perjudicial. El discurso judicial comporta acusación o defensa, tiene como finalidad favorecer la decisión de absolución o de condena, como tiempo el pasado (los hechos que alguien ha cometido o no ha cometido), como oyente al juez, como categoría fundamental lo que es justo o injusto.
Los discursos epidícticos o de exhibición no tienen fines prácticos, intentan suscitar admiración y consentimiento intelectual, se organizan como si los oyentes fueran jueces del la bondad y de la belleza del discurso mismo, se refieren en general al presente, valoran o critican algo que se siente como actual14

a- Discurso deliberativo
El filósofo considera que el más interesante e importante de los tres es el deliberativo, que hace referencia a la felicidad de una comunidad y de sus miembros.
Pasa luego a pormenorizar los contenidos del discurso político (guerra y paz, recursos del estado, defensa del país, importaciones y exportaciones y legislación) que ilustra en sus diferentes facetas con múltiples ejemplos. Lo mismo hace con el binomio posibilidad/imposibilidad y los conceptos de felicidad, de finalidad de la actividad política, de preferible, de mejor, de peor etc., conectando cada concepto con ejemplos sacados de la experiencia real. De esta manera, examina lo que produce felicidad a los ciudadanos (riqueza, belleza, salud, placer, descendencia etc.) y propone generalizaciones sucesivas sobre los sentimientos humanos:

Lo que muchos desean decíamos que era bueno...” (Ibid., p. 81. Libro I, cap.2) […]. Es más placentero lo que comporta menos sufrimiento y da placer por más tiempo (Ibid., p. 88. Libro I, cap.7).

La impresión que se recibe de estas páginas es la de una continua aproximación empírica a la descripción más precisa posible de las actitudes comunicativas y de los caracteres humanos, que no renuncia a buscar la sistematicidad expositiva y la posibilidad de generalización, pero que no sacrifica, por simetrías conceptuales y a taxonomías forzadas, la riqueza de los fenómenos de la comunicación humana. Se constata también que, en un discurso que muy frecuentemente (aunque no siempre) se desarrolla por oposiciones binarias, muchas parejas de opuestos se refieren a aspectos del mismo fenómeno que se hallan en planos distintos y por eso los conceptos adquieren muchas facetas, densidad y complejidad.

b- Discurso judicial
El filósofo aplica el mismo procedimiento a la disertación sobre los contenidos y la finalidad del discurso judicial. Ante todo, es importante recordar la diferencia que Aristóteles establece entre las leyes escritas y el derecho natural. Como suele suceder en la cultura griega clásica, considera superiores las leyes promulgadas por los hombres (en este sentido, cita más que una vez a la Antígona de Sófocles que, en nombre de una ley superior, desobedece las órdenes del rey Creonte).

El discurso concreto sobre los delitos empieza así:

Son tres los aspectos que se han de tratar: uno, la naturaleza y el número de los motivos por los que se delinque; segundo, la disposición de ánimo con que se hace, y tercero, contra quiénes y en qué situación.(Ibid.,p. 103. Libro I, cáp. 15).


También sobre esta vasta materia15, el filósofo desarrolla un cuidadoso y amplio examen que aborda ámbitos que hoy se han convertido en distintas especialidades de la investigación científica: la psicología, la antropología, la sociología, la criminología...

El complejo recorrido del filósofo sobre estos asuntos - sobre las relaciones entre las distintas circunstancias, las motivaciones de los delitos y su gravedad - es difícil de sintetizar. Pero me gustaría señalar las interesantes relaciones que Aristóteles establece entre el placer y el delito. Entre varias reflexiones me aparece particularmente llamativa esta que se refiere, exclusivamente, al placer no sólo conectado al delito:



También lo es [placentero] hacer lo mismo muchas veces, pues quedamos en que lo acostumbrado es placentero, pero también lo es cambiar, pues el cambio significa la vuelta hacia el estado natural, ya que hacer siempre lo mismo produce una prolongación excesiva del estado establecido...” (Ibidem, pp. 113-114. Libro I, cap.11 ).

En muchos pasajes de estos capítulos se encuentran reflexiones que podrían ser perfectamente válidas para nuestro mundo. Por ejemplo, a propósito de los intentos por parte del culpable de evitar una condena:
... cuando no pueden ocultar su delito, les queda la evitación del juicio, un largo aplazamiento o el soborno de los jueces”(Ibidem, pp. 117. Libro I, cap. 12)16.

Otro ejemplo, a propósito de las coartadas que busca quien delinque:


También uno delinque en aquello en lo que todos o muchos suelen hacerlo, porque piensa que se podrá perdonar... (cursiva del Autor. (Ibid., p. 122. Libro I, cap.12).


Y finalmente, a propósito de la relación entre delito y vergüenza de la víctima:


[Uno delinque] también en aquellas cosas de las que a la víctima le da vergüenza hablar, como ultrajes a las mujeres de la casa o a sí mismo o a sus hijos.

De estos pocos ejemplos se puede entender cuan perspicaz es la investigación que Aristóteles hace sobre la realidad de su tiempo y cómo una parte de su análisis se proyecta sobre la sociedad humana hasta nuestra época.
En otros pasajes se asiste al intento del filósofo de adaptar las ideas abstractas del derecho a las situaciones humanas, al esfuerzo de no alejarse de la realidad a pesar de la necesidad de sistematizar y clasificar las distintas posibilidades.

Estructuras profundas de los discursos

a. Inducción y deducción
Los argumentos, dice Aristóteles, deben relacionarse con el conocimiento que ha obtenido el orador de los oyentes. Los más convincentes son los más razonables y los más compartidos.
Hay discursos, o partes de discursos, que utilizan ejemplos y otros que utilizan entimemas, líneas de razonamiento próximas a las de la deducción y del silogismo de la dialéctica y de la lógica.

b. Ejemplos de varios tipos
Hacer un discurso mediante ejemplos es similar al recorrido por inducción en el ámbito dialéctico. Además, los ejemplos pueden dividirse en dos categorías: ejemplos basados en hechos reales, que han ocurrido en determinadas condiciones y que puede ser deseable que ocurran otra vez o que, al contrario, no se repiten; y ejemplos imaginados, artificiales (en latino se llamaran “exempla ficta”), como los que proporcionan algunas fábulas de Esopo. Los ejemplos son útiles sobre todo en los discursos deliberativos.
Ejemplos paralelos se fundan en la analogía entre dos situaciones: una conocida por los oyentes y sobre la que el juicio se supone compartido; la otra, nueva. Aristóteles propone como muestra de este ejemplo: alguien podría decir que no se deben asignar los cargos por sorteo, porque sería algo parecido a que se escogiera por sorteo a los atletas o a los marineros que deben pilotar.
Concluye así:


... es más fácil buscar argumentos para fabulas, pero los acontecimientos son más provechosos para la deliberación, pues la mayoría de las veces lo que va a ocurrir es semejante a lo que ya ha ocurrido17(Ibid., pp. 197. Libro II, cap.21).


El filósofo habla también, rápidamente, de la prueba:
Existe la prueba cuando el indicio tiene una relación de necesidad, no solo de proximidad habitual, con algo18.


c. Entimemas, sentencias y tópicos
Aristóteles declara que la demostración retórica deductiva que puede estar incluida en la oración es un entimema, no un silogismo. Los entimemas se presentan como líneas de discurso paralelas a lo que son los silogismos en la dialéctica y en la lógica, pero cuyas premisas están fundadas no en la evidencia y en la universalidad, sino en la probabilidad y en las opiniones compartidas por la mayoría o la presunta mayoría de los hombres.

Las sentencias son enunciados que se refieren no a hechos específicos, que tienen determinados sujetos, sino a lo general y que dependen de la conducta humana. Tienen, a menudo, su base en la sabiduría popular. Las sentencias siempre pueden ser desarrolladas en entimemas si se añade la causa de la afirmación. El orador puede usar con provecho las sentencias, sobre todo hablando a un público de personas ancianas, cuyo pensamiento es torpe y más propenso al discurso sencillo y lineal.

Las premisas mayores, tanto en los silogismos como en los entimemas, se basan en los tópicos, también llamadoslugares comunes”, expresión de origen latino que hoy implica, casi siempre, un sentido negativo. B. Mortara Garavelli habla así de los tópicos (o tópoi) y de los entimemas:

Las premisas de los entimemas se buscan en ideas generales adecuadas para constituir la base de los razonamientos. Estas ideas están depositadas en la memoria colectiva y para rastrearlas se debe ir a los lugares donde están guardadas: a los tópo.19(B. Mortara Garavelli, ob.cit., p.80)

El filósofo quería crear así agrupaciones generales de conceptos básicos (“lugares”, casi “contenedores”), para los distintos tipos de discursos a los cuales el lógico y el orador podían referirse en la parte deductiva de sus discursos, para construir silogismos y entimemas.

Los discursos deliberativos y forenses necesariamente tienen que recurrir a los “supra lugares”, a “contenedores de contenedores” (¡la expresión es mía!) de lo posible y de lo imposible. Los unos, además, se refieren a lo que puede pasar, los otros a lo que ha podido ocurrir. Bajo las categorías de lo posible y de lo imposible – que en el discurso pueden ser explícitas o sobreentenderse – entran tópicos más pormenorizados.
La amplificación concierne sobre todo a los discursos de exhibición.
A propósito de lo posible y de lo imposible, Aristóteles precisa que si hay algo que es posible, es posible también su contrario (si un hombre puede curarse de una enfermedad puede también seguir enfermo e incluso morir). Propone además correlaciones entre lo posible, lo fácil, lo más fácil, etc.

Después, enumera criterios para establecer si algo puede haber sucedido o no y además qué es posible proponerse para el futuro.

Los entimemas pueden tener como finalidad convencer a los interlocutores de algo o refutar la tesis del adversario. Los argumentos con los que el orador trata de convencer, además de la idea de lo probable o de lo improbable (explícita o sobreentendida) que está, en la opinión de la mayoría o de todo el mundo, se basan en otros conceptos generales: el bien y el mal, lo honorable y lo vergonzoso, lo justo y lo injusto etc. Los oradores pueden seguir distintos recorridos: el de los contrarios, el de la derivación de palabras semejantes, el de las relaciones correlativas, el de la relación con el tiempo, el de la correlación entre lo que ha sido dicho y quién lo ha dicho (para valorar o descalificar). Pueden, además, utilizar la definición que incluye un término polisémico y descomponerla en distintos sentidos, poner sobre la mesa las consecuencias de una determinada decisión para exhortar o disuadir, acusar o defender, alabar o censurar; recurrir a la oposición o a la proporción entre los términos, determinar lo que se propone o apoya un adversario en base a la consecuencia, a la bondad o a la maldad de la causa; demonstrar que la misma actuación tiene efectos distintos en tiempos distintos; evidenciar que los seres humanos a la vez quieren cambiar y elegir cosas diferentes en momentos distintos etc. Si se intentara resumir todo el discurso del filósofo sobre los entimemas de manera que el lector pudiese entenderlo bien, surgiría un texto casi tan largo como el original, además de un discurso frío, escolástico y difícil, porque se tendrían que eliminar los muchos ejemplos que lo esclarecen. Por eso, si alguien quisiera conocerlo más tendría que leer las páginas de la Retórica.
De todos modos, Aristóteles habla también de la refutación: los entimemas de la refutación resultan en general más logrados que los demostrativos, porque quien no está de acuerdo con la tesis de quien habla puede expresarlo con un discurso contrapuesto, pero también sencillamente con una objeción, una breve crítica que desgaste el razonamiento del orador.

A continuación habla de los entimemas aparentes, que consisten en distintos vicios de razonamiento: llegar a la conclusión sin haber seguido un verdadero proceso de razonamiento, aprovechar términos casi homófonos para pretender argumentar con juegos de palabras, apoyar o rechazar un argumento, intentando empujar a los oyentes a la indignación u a otros sentimientos, presentar como si fuera una causa lo que no lo es, descontextualizar un hecho que, para ser adecuadamente entendido, necesita ser colocado en determinadas circunstancias etc.

Al final de la obra, Aristóteles proporciona un abanico de posibilidades para defenderse de las objeciones
y también las formas más adecuadas de contestar al opositor, de presentar los hechos, la utilidad o la superficialidad de la narración en los distintos tipos de discurso, la manera correcta de utilizar ejemplos y entimemas, preguntas y respuestas; y habla, también, del recurso de lo cómico y de la provocación de la risa20.

La parte central del Libro III, el más breve, trata de los aspectos formales del discurso y de la actuación: de lo que en latín se llamará dispositio (orden de las partes) elocutio (“vestido” lingüístico del discurso) y actio (lenguaje no verbal, los gestos, el tono de voz etc., con los que el orador puede acompañar su oración)21.
Sobre la disposición de las partes, Aristóteles manifiesta que la puesta en escena del discurso se diferencia poco de la representación dramática. En el uso de la voz, se debe atender al volumen, a la modulación, a la entonación (tono más agudo, tono más bajo etc.) y al ritmo22, y aconseja utilizar estos recursos con moderación, cuidando, sobre todo, la claridad.

Menciona también la diferencia entre el ritmo de la poesía y el de los discursos, ambos naturalmente fundados en la cantidad de sílabas. Recomienda también que el discurso sea elaborado de tal manera que no parezca artificioso.
Se ocupa además de la elección de los términos, desaconseja el uso excesivo de palabras insólitas, de palabras compuestas, de redundancias, de metáforas inadecuadas, ridículas o demasiado enfáticas para el discurso en prosa.
Recomienda también la elección de términos apropiados, la atención al uso correcto del género y del número gramatical, de las conjunciones y de los conectores.
Habla de los tipos de periodo y de las distintas secuencias de frases y expresiones que los forman; de los diferentes registros, del “poner ante los ojos” de los oyentes lo que se quiere proporcionar. Se ocupa con amplitud y de manera pormenorizada de los procedimientos metafóricos en sus numerosos matices. El orador debe construir metáforas de manera que haya buena correspondencia entre el término inicial y el usado en sentido metafórico, aunque estén alejados. Las metáforas ingeniosas estimulan la inteligencia de los oyentes.
Sobre la dispositio, Aristóteles se expresa así:

Hay dos partes del discurso, pues es forzoso exponer el asunto que se trata de demostrar. Por ello es imposible decir algo sin demostrarlo o demonstrar algo sin haberlo enunciado previamente. […]. De las dos partes, una es la proposición, la otra el argumento, de modo que se distinguiría que una cosa es el problema y otra su demostración. Pero ahora se hacen divisiones ridículas. (Ibidem, p. 290. Libro III, Cap. 13)


Y más adelante:

En suma, las partes imprescindibles son la proposición y el argumento. Estas son las que le son propias, y a lo más, preámbulo, proposición, argumento y epílogo. (Ibid. Libro III, p. 291 .Cap. XIII)

Examina las características del preámbulo, que compara con los proemios de la épica y del drama, y cierra la obra con consideraciones sobre el epílogo23.

TERCERA PARTE: SINOPSIS DEL TRATADO DE LA ARGUMENTACIÓN DE PERELMAN Y DE OLBRECHTS-TYTECA24

Premisa de los autores y partes del Tratado

Los autores, en la Premisa de la obra, definen el marco en que se desarrollará su complejo discurso. Ellos quieren retomar la antigua retórica griega – se trata esencialmente de la retórica aristotélica -, rescatarla de la desvalorización y de la incomprensión e incluso de la frecuente condena a que ha sido sometida, acusada, junto con todas las obras antiguas sobre el mismo tema, de proporcionar una técnica que utiliza bellas palabras para estafar a los demás, por tanto, como arte de la falsedad.
Perelman y Olbrechts-Tyteca consideran que desde Descartes hasta el Positivismo, aunque con matices diferentes, se ha considerado verdad sólo lo que podía ser demostrado mediante la razón pura y, en base a las ideas claras y distintas, con rígidos procedimientos deductivos y, para los positivistas, ser averiguado también inductivamente mediante experimentos; de esta manera, se echaba lo que era probable, razonable, no “racional”, en el sentido rígido que acabo de decir y no dotado de persistencia absoluta, en el almacén del mundo sensible, de la falsedad de la vida práctica y relacional, de lo irracional, de lo no dotado de verdadera existencia.
En otros pasajes, los autores atribuyen una postura análoga al pensamiento de Platón, que, al contrario que Aristóteles, afirmaba en general un dualismo radical entre el mundo de las apariencias, ilusorio y el de la substancia, el único verdadero25.

Perelman y Olbrechts-Tyteca incluyen y valoran, en su teoría de la argumentación, el ámbito de lo razonable y de lo probable, como había hecho Aristóteles, rechazando una visión dualista de la realidad humana que concibe al hombre como constituido por facultades claramente separadas (razón, pensamiento práctico, emociones), y se opone a la idea de que podemos hacer una elección razonable entre diferentes hipótesis. Estas posturas llevan a la conclusión de que se tiene que descalificar como irracional cualquiera pretensión de elegir, y también cualquier idea que implique una duda y sobre la que sea posible que haya discusión. Pues, dicen los autores del Tratado, sobre la base de estas premisas, se tendría que concluir que es absurdo, irracional, el ejercicio mismo de la libertad humana.

Añaden los autores:

Esta racionalidad con la que Descartes esperaba se resolvieran todos los problemas a los que se enfrenta la humanidad, cuya solución está desde siempre en la mente divina, ha visto cada vez más reducida el alcance de sus competencias26, de modo que lo que escapa a una reducción formal presenta dificultades insuperables para ella.
¿Es inevitable sacar de la evolución de la lógica, pese a los innegables avances que la han acompañado, la conclusión de que la razón es totalmente incompetente en áreas que están más allá del cálculo y que, cuando ni la experiencia ni la deducción lógica puede ofrecer la solución a un problema, sólo hay que entregarse a las fuerzas irracionales, a nuestros instintos, a las emociones incontrolables, a la violencia?
Nos parece que esto es una limitación totalmente injustificada e injustificable del campo en el que actúa nuestra capacidad de razonar y de comprobar mediante la experiencia.[...] (cursiva de los Autores del Tractado. Ibid., pp. 4-5)

Más adelante:

No pretendemos, como el maestro de elocuencia27, enseñar a los estudiantes los trucos para convencer, sino, como el estudioso de la lógica28, queremos entender el mecanismo del pensamiento […] (Ibid.,p. 8).

En la parte final de la Presentación, se lee:

La lógica pudo florecer con brillantez, en los últimos cien años, desde el momento en que dejó el refrito de las viejas fórmulas y se propuso, sin embargo, analizar los elementos de prueba utilizados realmente por los matemáticos. La lógica formal moderna se ha constituido como investigación de los recursos demostrativos propios de la ciencia matemática. Pero resulta que su alcance es limitado, porque todo lo que es ignorado por los matemáticos siempre permanece como ajeno. Los estudiosos de lógica, por lo tanto, deben completar la teoría de la demostración con una teoría de la argumentación. Y nosotros vamos a tratar de construirla, analizando las pruebas que utilizan las ciencias humanas, el derecho, la filosofía ... (ibid. p. 12)

Las tres partes del Tratado son:
Los marcos de la argumentación
La base de la argumentación
Las técnicas de la argumentación.

Los marcos de la argumentación

a-Demostración y argumentación
En esta primera parte los autores precisan los fundamentos de la teoría de la argumentación, empezando por la diferencia entre demostración y argumentación (limitan el alcance de la demostración, en relación a los tiempos modernos, al ámbito matemático). La primera se distingue por su carácter de necesidad, una vez que están claros los axiomas en que se basa el sistema29. La argumentación se basa, en cambio, en opiniones largamente compartidas permitiendo, y muchas veces requiriendo, la discusión. Es interesante otra diferencia entre los dos ámbitos que subrayan los autores:

los primeros elementos [del discurso axiomático] son suministrados por quien construyó el sistema axiomático en el que se lleva a cabo la demostración. De dónde vienen estos elementos, si son verdades impersonales inmanentes, pensamientos divinos, resultados de la experiencia o postulados del autor, es una pregunta que el estudioso de la lógica formal considera como ajena a su disciplina. Cuando se argumenta, es decir, cuando se pretende acrecentar la intensidad de la adhesión de un determinado público a las tesis propias, no es posible ignorar por completo ni considerar irrelevantes las condiciones psicológicas y sociales en las que se han producido las opiniones básicas. Sin conciencia de ello, la argumentación quedaría sin objeto y el discurso sería en vano. (ibid., p. 16).

La argumentación, por lo tanto, necesita interlocutores, un público30. Son interesantes algunas puntualizaciones sobre el tema:

Cualquier argumentación busca la adhesión de las mentes y por lo tanto presupone la existencia de una comunidad espiritual con los interlocutores o con los oyentes. Se tiene que estar de acuerdo primero en la formación de esta comunidad y luego en discutir un tema específico. Esto no ocurre de forma espontánea. [...]
El conocimiento de la audiencia es un requisito previo de todos los argumentos eficaces […]. También se observa que el deseo de convencer a alguien siempre implica un cierto grado de modestia en el que argumenta, porque él sabe que lo que dice no es “ la palabra de Dios”, no tiene autoridad suficiente para que sea indiscutible. Admite que tiene que convencer, que pensar en temas que puedan atraer a su interlocutor, tiene que preocuparse por su estado de ánimo.(ibidem, pp.16-18).

Sin embargo, la interdependencia entre el público y el orador no quiere decir que éste no tenga la responsabilidad moral de lo que dice:

no hay que olvidar que el que habla, cuando no puede hacerlo con eficacia si no de una manera repugnante, casi siempre es libre de renunciar a persuadir a un público específico. No se debe creer que siempre es honorable el tener éxito ni el proponerse persuadir. (ibid., p. 27).

b- Las diferentes audiencias
Perelman y Olbrechts-Tyteca declaran que, sobre todo en épocas en las que la argumentación se hace principalmente en textos escritos, estos no se pueden agrupar en tres géneros, como fue el caso de las antiguas oraciones de las que hablaba Aristóteles. Además, los discursos epidícticos, no encaminados a decisiones prácticas inmediatas sino al consenso intelectual, han adquirido una gran importancia.
Además describen distintos tipos de audiencias: la audiencia universal, la específica, la que está constituida por una sola persona y la que está constituida por el proprio alter ego en el discurso interior.
El orador que se dirige a un público universal, en realidad construye dentro de sí mismo la imagen de esta audiencia en base al conocimiento que tiene de los otros seres humanos. Intenta, en consecuencia, crear un discurso más objetivo. Naturalmente es imposible que sobre las premisas de un discurso se alcance el acuerdo de todo el mundo. Además, la imagen que cada uno lleva de su audiencia universal está conectada también con los rasgos de la sociedad y de la cultura en la que vive. Muchas veces quien quiere hablar a una audiencia universal, si se encuentra con una objeción radical a su argumentación, utiliza como arma de defensa la descalificación del adversario31.
Las audiencias particulares están especializadas de manera distinta. Por ejemplo, pueden ser la de una asamblea de partido, la de los jueces de un tribunal, la de la mayoría de los lectores de un periódico sindical, etc. En estos casos, en general, el autor y su público no sólo pueden compartir conocimientos o principios básicos sino también las reglas de la comunicación.

Existe, además, la audiencia de una sola persona, y el discurso en este caso se convierte casi siempre en un diálogo, que es la forma más habitual de argumentación en la vida personal y normalmente, aunque no siempre, tiene el objetivo de determinar una acción inmediata. El que compone diálogos, como Platón, puede también pensar que el interlocutor representa, por su calidad, la audiencia universal, pero esto sucede con más frecuencia en la filosofía tradicional que en la argumentación.

El diálogo con uno mismo implica un desdoblamiento: se dialoga con el propio alter ego. A veces, el alter ego plantea objeciones a la tesis que se defienden, contribuyendo a extender y, a menudo, a fortalecer el argumento. Otras veces, sirve para justificar las acciones propias y los pensamientos que son incómodos, que no se consideran adecuados o justos32:

Creemos que debe considerarse la discusión interior como un tipo especial de argumentación.[…] Por otra parte, la discusión con otras personas, a menudo, no es más que un medio para aclarar nuestras ideas con nosotros mismos. El acuerdo con uno mismo es un caso especial de acuerdo con los demás.(ibid., p. 44 ).

c- Argumentación, violencia y compromiso
En esta definición, y defensa apasionada de la argumentación como actividad humana imprescindible, los autores plantean un tema de especial interés: el argumento es la única alternativa a la violencia.

El uso de la argumentación implica la renuncia al uso exclusivo de la fuerza, implica que se confiera un valor al interlocutor a quien se intenta persuadir con la ayuda de un discurso racional, que no sea tratado como si fuera un objeto sino que se confíe en la libertad de su juicio. El uso de la argumentación consiste en la organización de una comunidad de espíritus que durante toda su existencia excluya el uso de la violencia. Quien acepta la discusión se pone también en el lugar del interlocutor, se ciñe sólo a lo que el otro es capaz de aceptar y utiliza sus ideas sólo en la medida en la que el interlocutor está dispuesto a concederle 33(Ibid., p. 59).

A propósito de la relación entre argumentación y compromiso, los autores reflexionan así:


El fanático es alguien que, apoyando una afirmación controvertida, de la cual no puede proporcionar pruebas irrefutables, se niega, sin embargo, a someterse a un debate libre y, por lo tanto, rechaza las condiciones que le permiten ejercer en ese momento la argumentación.
Quien condiciona su adhesión a una tesis con el reconocimiento de la verdad absoluta a veces no llega al fanatismo sino al escepticismo[...].
Puesto que la prueba en la retórica no es absolutamente segura, quien se adhiere a las conclusiones de un argumento, lo hace en un acto comprometido y del que es responsable. El fanático acepta el compromiso, pero arrodillándose ante una verdad definitiva y absoluta; el escéptico rechaza el compromiso con el pretexto de que no parece que pueda ser definitivo. Se niega a comprometerse porque la adhesión es un concepto que para él se asemeja al de los fanáticos. (Ibid., p. 66)

La base de la argumentación

Mi resumen de la segunda y la tercera parte del libro será más conciso por las razones que he explicado anteriormente.
Los autores analizan las premisas que necesitan como fundamento de su discurso y las modalidades de acuerdo entre el orador y sus oyentes. Me parecen especialmente interesantes las consideraciones sobre los hechos, las verdades, las presunciones y los valores.


a- Hechos y verdades
Perelman y Olbrechts-Tyeca declaran que los hechos que se presuponen o que se enuncian en un discurso podrían ser considerados ciertos sólo si hubiera sobre ellos un acuerdo unánime, de todo el mundo. Pero esto es imposible. El orador puede mencionar un hecho como base de su argumentación mientras los oyentes no pongan en duda o no rechacen la realidad de éste. En este caso se ve obligado a añadir nueva información para validar lo que dice o a darse por vencido.
Además, más adelante, siempre con respecto a los hechos, se dice:

... la importancia de la selección es tan evidente que cuando se habla de los hechos, siempre se tendría que preguntar lo que es mejor confirmar o descartar. [...] En las retóricas tradicionales
34, en el capítulo dedicado a la inventio, hay consejos sobre cómo elegir los hechos. Sin embargo, la elección tiene una importancia primordial también en los debates científicos. [...] El método de toda ciencia implica un proceso de elección, relativamente estable en las ciencias naturales, mucho más variable en las humanidades35 (ibid., pp. 122-123).

De la misma manera, la selección y organización de datos afecta al sentido que estos tienen en el discurso36.

En las “verdades”, que para los autores son cuestiones más complejas, y las suposiciones no me detengo. Se trata siempre, si hacemos referencia a la base de la argumentación, de asuntos en los que falta la certeza absoluta y que requieren ser compartidos entre el autor y los oyentes.

Se tiene que subrayar también el discurso sobre los valores que los autores definen como abstractos (p.ej, la justicia, la veracidad...).

Los valores abstractos se pueden utilizar fácilmente en la crítica ya que no parecen reconocer la parcialidad , parece que pueden proporcionar criterios para aquellos que quieren cambiar el orden establecido. […] Los valores abstractos, llevados al extremo, a menudo no son compatibles. En general, no es posible conciliar valores abstractos como la justicia y la caridad. Tal vez en Occidente, la necesidad de cambio ha llevado a discutir sobre valores abstractos más apropiados para establecer la incompatibilidad37 (Ibidem.,p. 84).

Aún más interesante es el discurso sobre la jerarquía de valores:

Desde el punto de vista de la estructura de una argumentación, las jerarquías de valores son más importantes que los propios valores. De hecho, la mayoría de estos son comunes a un gran número de oyentes, lo que caracteriza a cada uno de ellos no es tanto el reconocimiento de los valores como la forma en que son puestos de manera jerárquica (p. 86).

b- Lugares comunes y conexiones mentales
Luego los autores del Tratado localizan en el pensamiento contemporáneo los “lugares
comunes”, los tópicos (de cantidad, de calidad, de orden, de lo existente, de la esencia, de la
persona, de lo probable, de lo evidente, de lo habitual) propiamente en el sentido aristotélico: “almacenes” de categorías conceptuales generales en los que cada una contiene un conjunto de creencias.
Seguidamente, los autores hablan de las conexiones que la mente establece entre conceptos distintos y entre hechos diversos:

El uso de los datos, a efectos de la argumentación, no es posible sin una reelaboración conceptual que los haga relevantes para la continuación del discurso [...] (Ibid., p.127)

Las técnicas de la argumentación

a- La clasificación de los argumentos por Perelman y Olbrechts-Tyeca
Perelman y Olbrechts-Tyeca proponen un complejo sistema de esquemas argumentativos que corresponde en parte a los tópicos aristotélicos. Pero advierten que estos esquemas tienen un valor relativo:

... no hay ninguna razón para no considerar posible un mismo esquema susceptible de traducir varios esquemas que actúen simultáneamente sobre el espíritu de varias personas o incluso de un solo oyente. Además, es posible que estos esquemas no sean percibidos claramente por quien actúa … (Ibid., p.127))

((i) contradicción
(ii) identidad total o parcial
(iii) transitividad
(iv)parte/todo
(v) igualdad y diferencia
(vii) frecuencia

b. Asociación y disociación y argumentos casi lógicos
Y, mucho más adelante, en el texto, siempre a propósito de las conexiones que permiten formar esquemas en que se juntan hechos y conceptos:

Los esquemas que estamos tratando de determinar - y que bien pueden estar estrechamente relacionados con los “lugares” de la argumentación, puesto que sólo el acuerdo sobre su valor puede justificar su aplicación en casos particulares - se caracterizan por sistemas de asociación y disociación. Consideramos procesos de asociación los esquemas conceptuales que acercan elementos distintos y ayudan a establecer entre ellos una solidaridad que tiene el efecto tanto de conectarlos como de fortalecerlos, ya sea en sentido negativo o en sentido positivo, por medio de la influencia de el uno sobre el otro (ibid. p. 197).

Los autores examinan, pues, los que llaman “argumentos casi lógicos”, vínculos de asociación y disociación que son la base de los recursos similares a los deductivos y se pueden, hasta cierto punto, comparar con los axiomas de las matemáticas, aunque son discutibles. Esta definición de “argumentos casi lógicos” hace referencia, en parte, a los entimemas de Aristóteles
38.

Los autores definen y describen con muchos detalles las múltiples formas que pueden asumir estos vínculos en la argumentación: una exploración como la de Aristóteles, pormenorizada y empírica, de los pliegues del pensamiento humano que se comunican a través del lenguaje verbal; por supuesto, tiende a la organización de conceptos en clases, pero no de manera rígida. Si de gramática se trata, se puede considerar una gramática descriptiva, no normativa.

Proporciono de seguida el esquema que se encuentra en el libro de Bice Mortara Garavelli, ob.cit., p.91:




 algunos de estos argumentos pueden tener una inmediata aplicación didáctica39.

c. Contradicción, incompatibilidad, tautología, relación causa-efecto
La contradicción es algo intrínseco al discurso. Por ejemplo, hay contradicción si uno, sin darse cuenta, afirma que es bonito viajar y más adelante en el discurso, que es bonito quedarse. La verdadera contradicción en la argumentación es similar a la de tipo lógico (ab) y a menudo no es algo consciente.
La incompatibilidad, mucho más frecuente en la argumentación, muy similar a la contradicción, depende tanto de la naturaleza de la realidad como de posiciones personales, más o menos compartidas por los demás40. La incompatibilidad se basa en premisas que parecen incompatibles pero se pueden hacer conscientemente compatibles en relación a situaciones reales.
Es posible transformar la incompatibilidad en compatibilidad encontrando puntos medios entre los dos extremos, aduciendo excepciones, poniendo en duda una de las premisas sin negarla totalmente, proponiendo un dilema como tesis del proprio discurso, matizando las situaciones etc. Muchas proposiciones que, consideradas en el marco de una lógica matemática, parecen incompatibles entre sí, en el marco de la realidad, de la mutabilidad y de la complejidad de la vida, pueden hacerse compatibles. Propongo seguidamente uno de los ejemplos que aportan los autores del Tratado:

Aquellos que se niegan a matar a los seres vivos pueden enfrentarse a una incompatibilidad sí admiten que, al mismo tiempo, se debe tratar a los pacientes que sufren una enfermedad infecciosa. ¿Pueden o no pueden usar la penicilina que destruirá un gran número de microbios? Para evitar la incompatibilidad entre las dos reglas que se desea respetar, tal vez una persona se verá obligada a aclarar ciertos términos, de modo que la situación particular constituya una excepción, una relativización justificada de la opción de no matar a los seres vivos.41 (Ibid., p. 213)

Otro punto que me parece importante extraer de esta parte de la obra tiene relación con el argumento de la identidad (a=a) pero también se disfraza bajo relaciones diversas de coordinación o de subordinación, entre hechos o conceptos, sobre todo por la relación causal (que se establece en algunas sucesiones temporales o lógicas).
En tal caso, más allá de las apariencias y de lo que a menudo cree el mismo orador, se repite en una segunda frase, con diferentes palabras, el contenido de una primera (tautología)42.
Perelman y Olbrechts-Tyeca muestran este ejemplo, haciendo referencia a lo que ha escrito un estudioso de la lógica:

Por mucho tiempo los clásicos han argumentado que la depreciación y la disminución del valor de la moneda provoca la subida de los precios, sin darse cuenta de que la reducción del valor del dinero (en relación a los bienes) y a los aumentos de precios son dos expresiones del mismo fenómeno a la inversa y, por lo tanto, no es una relación de causa y efecto, sino una tautología 43. (ibid., pág 227) 

No se considera tautología una identidad requerida, redundante conscientemente, que tiene el objetivo de reforzar conceptos o imágenes. En tal caso existe una silapsis oratoria. En el Tratado se encuentran los siguientes ejemplos de silapsis oratoria:

Un padre es siempre un padre.[…] El dinero es dinero (Ibid., p.229)

No se puede dejar de mencionar el discurso específico que los autores desarrollan sobre los nexos de causa-efecto, que son los más importantes de entre las conexiones relacionadas con la estructura de la realidad.
Ciertas argumentaciones que se basan en los nexos causales se podrían clasificar como inductivas, otras son de tipo deductivo.

Declaran los autores:

Entre los enlaces de sucesión, la secuencia causal es sin duda una función esencial y sus efectos son numerosos y diferentes. Desde el principio, observamos que permite tres tipos de argumentaciones:
a) Las que tienden a juntar, entre sí a través de un enlace de causalidad, dos hechos sucesivos.
b) Las que, considerando un hecho, tienden a identificar la existencia de una causa que lo ha determinado.
c) Las que, considerando un acontecimiento, tienden a poner de relieve los efectos previsibles. (ibid., p.277)

La relación entre los hechos, de sus causas y de sus consecuencias, es de naturaleza empírica pero, si se usa en una argumentación, presupone premisas compartidas que pueden estar, como casi todas las premisas, implícitas.

e.Ejemplos, ilustraciones, modelos
Perelman y Olbrechts-Tyeca tratan, en parte relacionándola con los nexos causales, la compleja cuestión de los ejemplos44 cuya utilización implica un procedimiento inductivo. Se preguntan: ¿cuál puede ser el papel del ejemplo en la argumentación? ¿Cuándo el ejemplo puede generalizarse fácilmente? ¿Qué valor puede tener el ejemplo invalidante? ¿Cuándo aquello que parece ejemplo, es de hecho útil para la ilustración? ¿Cuándo lo que se considera ejemplo funciona como modelo o anti modelo?

El ejemplo puede servir para la función de ilustrar lo que se dice y de facilitar la comprensión por parte del oyente. Los autores llaman este tipo de ejemplo “ilustración”.

Puede también representar algo – virtud, valor, justicia etc.- que, en la opinión del orador, se tendría que imitar. En el tratado este ejemplo se define como “modelo”.

El verdadero ejemplo puede ser un argumento particular que se relaciona con otro argumento particular; o un argumento que, aunque surge de la experiencia particular, adquiere un sentido más amplio, acercando su valor al de “prueba”.

Vemos un caso del primero tipo de ejemplo (ideado por mí), cuyo esquema he sacado del tratado, pero haciendo el discurso más sencillo: una persona a quien consideraba mi amiga me ha estafado. Por eso aconsejo a una tercera persona, que es todavía amiga mía, que no confíe en el estafador, explicándole lo que me ha hecho.
El ejemplo adquiere más valor de prueba cuantos más son los casos que el orador proporciona, sobre todo si son diferentes en todo, excepto en el ejemplo en sí. De esta manera, el orador demuestra que a sujetos distintos les pasa lo mismo y el hecho se hace más creíble45. Existe también la jerarquía de ejemplos que adquiere mayor capacidad de generalización.

Aparece como último el exemplum in contrarium, que se opone a una generalización impropia y tiene su fuerza46.

Termino la sinopsis, sin duda incompleta, de la parte del Tratado (es decir, casi todo) que se ocupa del aspecto de la retórica que lo latinos llamaron inventio. Me queda por precisar que en cuanto a la elocutio y a la dispositio, Perelman y Olbrechts-Tyeca llevan hasta sus últimas consecuencias el discurso que, en parte, ya se hallaba presente en la obra de Aristóteles: un substancial rechazo a traducir estos aspectos en normas rígidas, tomándolos en consideración sin separarlos de la parte profunda de la argumentación, no como formas que se superponen a la invención47.

CONCLUSIÓN: IDEAS PARA UN PROYECTO DIDÁCTICO

Me interesa comunicar mis reflexiones sobre el tema didáctico desde el doble punto de vista de persona mayor con una larga experiencia y desde el de alumna que asiste a las clases y sobre todo habla con sus jóvenes compañeros.

Agruparé mis reflexiones y propuestas en apartados.

Teoría y práctica: lecciones magistrales y prácticas
Muchas veces – pasaba sobre todo en las escuelas donde trabajé en Italia – se interpreta la enseñanza relativa a la argumentación como algo de esencialmente “práctico”, algo que no necesita un marco teórico amplio, sino “recetas”, “concentrado” de tradiciones trivializadas. Pienso, al revés, que en esta enseñanza se tendría que proporcionar un marco histórico que contextualizara el discurso humano y estimulara una reflexión sobre el sentido que puede tener hoy en día la profundización sobre este tema en la sociedad actual y también en términos de compromiso cívico y cultural. Se debería rechazar el reduccionismo de la argumentación en un conjunto de reglas esquemáticas, sea cual sea la interpretación que dé el profesor de la retórica y de su historia. Quiero decir que no considero indiscutible la interpretación que he tratado de dar de este tema en mi trabajo, pero que una interpretación es necesaria.

Entre la teoría y la práctica: la elección de un método
Aprender a comunicar ideas propias por escrito, de manera adecuadamente amplia, coherente y eficaz, es un requisito previo para la expresión oral48. Hoy mucho más que en la Antigüedad, se debe privilegiar la producción escrita tanto como sea posible.
Además, cuando se proporcionan a los estudiantes orientaciones prácticas para la composición de textos argumentativos, tampoco se debe olvidar que hay un largo proceso de elaboración por parte de filósofos y estudiosos de la comunicación humana detrás de estas reglas y sugerencias. Es recomendable relacionar cuando es posible la enseñanza de lo práctico con el marco histórico y teórico que mencioné antes, para que la práctica no se presente como algo frío, exclusivamente técnico, sin profundidad ni densidad.

Ahora indicaré algunas sugerencias entre las muchas que se pueden sacar de la
Retorica de Aristóteles y algunas más del Tratado de la argumentación de Perelman y Olbrechts-Tyeca, que, como se ha dicho, es una elaboración en términos actuales de la teoría aristotélica sobre el discurso humano.

Oyentes y base de la argumentación


Creo que se tendría que presentar la necesidad de atención, no formal y sólo afectiva, sino crítica, a los oyentes, no tanto como instrumento de defensa, sino como medio de enriquecimiento del discurso propio y de la reflexión personal, de la superación de una manera de expresarse apodíctica, poco analítica, egocéntrica, que se está convirtiendo en dominante.
Con este propósito, me parece muy interesante el discurso de Perelman y Olbrechts-Tyeca sobre el público constituido por el alter ego. Ejercicios de redacción de este diálogo interior sobre temas de tipo personal, afectivo, social, político, etc., pueden ser divertidos y útiles para aprender a anticipar objeciones a la tesis propia y a contestar a ellas con argumentaciones, antes de exponer el discurso a los demás. En general, acostumbrarse a esto ofrece uno de los instrumentos más poderosos para aprender a desarrollar un discurso interesante, original y claro.
La base de la argumentación, que encuentra en la obra de Perelman y Olbrechts-Tyeca una nueva y más amplia declinación de los tópicos y de los entimemas de Aristóteles, puede ser otro punto fuerte en la enseñanza.
Entre el que habla y sus interlocutores o sus oyentes pueden darse tres situaciones:

a. No hay ninguna base común. Esta situación puede simbolizarse así:


b. Hay una total o una casi total coincidencia no sólo de la base común, sino de la argumentación que está estrechamente conectada a esta base común. Podemos simbolizar así esta situación comunicativa:


c. Entre el orador y el público hay una parte de convicciones comunes y otra de convicciones distintas. Podemos simbolizar así esta situación comunicativa:


La intersección de color amarillo entre las dos áreas – la del discurso y la de la recepción – es el espacio del conjunto de suposiciones básicas compartidas (antiguamente, el espacio de los topoi, de los entimemas, de las sentencias). La verdadera argumentación puede darse sólo en la situación comunicativa “c”: el orador intenta, valorando la parte de opiniones que supone compartidas y exponiendo las suyas, ganar espacio en el área azul del interlocutor. Si entre el hablante y su interlocutor no hay una mínima base común (a), o, al contrario, hay una plena coincidencia de opiniones (b), es casi imposible que se dé una verdadera argumentación: en el primer caso habría una total incomprensión que puede llevar al enfado o a la descalificación y en el segundo, la repetición/enfatización de consideraciones obvias.

Sin embargo, en el caso “a”, podría haber comunicación después de que el hablante (o, si se trata de un diálogo, ambos) haya logrado acercar y hacer coincidir, al menos en parte, las dos zonas amarillas. Casi siempre las creencias de base, en el discurso, permanecen implícitas, pero es importante tenerlas in mente, de la manera más clara posible y, en algunos casos, hacerlas explícitas.

Ejemplo
Yo (italiana) hablo con un amigo españolo:
Yo: En Italia hay mucha mafia, también algunos políticos están involucrados en organizaciones mafiosas.
Amigo: También en España hay mucha mafia, sobre todo los políticos son mafiosos.
Yo: Escucha... yo como “mafia” entiendo un conjunto de organizaciones criminales que hacen chantaje y comenten asesinatos, que tienen en su mano muchas actividades ilegales con las que ganan miles de millones. ¿Los políticos españoles cometen asesinatos?
Amigo: No, eso no...
Etc.

Es obvio que la divergencia entre nosotros está en la concepción básica que tenemos de la entidad “mafia” (para mí esta palabra tiene el significado de organización criminal que sustituye al estado, para mi amigo es el conjunto de gente corrupta y propensa al clientelismo) y si queremos entendernos deberíamos volver a esta base49.

La persona que, hablando en un grupo humano, se da cuenta de que sus suposiciones básicas no se corresponden en nada con las de los oyentes, necesita mucha fuerza y valentía - o inconsciencia - para manifestar su desacuerdo con las suposiciones de sus oyentes50
Puede ser interesante enseñar a los alumnos, con ejemplos adecuados, que existen estos distintos niveles en los discursos y que, en ciertos casos, es importante hacerlos explícitos o pedir al antagonista que lo haga, aunque con respeto.

Finalmente, es interesante la reflexión que se encuentra en el Tratado sobre el “público universal” como proyección, a menudo necesaria, del hablante. Seguramente, escribimos un artículo para un periódico, incluso para un periódico de los estudiantes de la UCA, suponemos un público mucho más amplio y diverso que el de una reunión de partido, un público casi universal. Hay dos formas de abordar el problema: argumentando de manera muy general y descolorida, o anticipar lo más posible las objeciones a nuestras propias tesis y, en parte, a nuestras propias suposiciones básicas, contestar anticipadamente a ellas e insertar en el discurso las reflexiones más importantes que han salido de este procedimiento.

Incompatibilidad, compatibilidad, tesis simple y tesis compleja


El discurso que los autores del Tratado desarrollan sobre la diferencia entre “contradicción” e “incompatibilidad” y sobre la posibilidad de hacer compatibles asuntos que en la lógica matemática parecen incompatibles, es fundamental. Los autores insisten en que esta flexibilidad de pensamiento se debe, principalmente, a la fluidez y a la confianza en el uso del lenguaje. Nos acercamos con esto a un pasaje de la Retórica en el que Aristóteles habla de la posibilidad de evaluar/describir un fenómeno en base a parejas de opuestos o a adjetivos que se refieren a aspectos del mismo fenómeno pero que están en distintos planos y nos damos cuenta de que los conceptos adquieren muchas facetas, densidad y complejidad. De las dos reflexiones que acabo de mencionar surgen los argumentos y, sobre todo, las tesis complejas.
Es muy difícil que hoy se pueda contestar con un “no” o con un “sí” a la pregunta que está detrás de cada argumentación. Las tesis central del discurso contiene “sí”, “no”, “pero”, “aunque”, “con la excepción”, “bajo otro aspecto”, etc. No se trata de una elección caprichosa del orador,
es el mundo que está fuera y dentro del ser humano el que se ha vuelto complicado.
Muchos jóvenes tienen dificultades para manejar una tesis compleja y necesitan ayuda para desarrollar una atención y un lenguaje adecuados.

Ejemplo

Los jóvenes contestan a esta pregunta implícita o explícita: ¿En nuestra sociedad, las mujeres han alcanzado la igualdad con los hombres?
Si están acostumbrados a producir un discurso lineal y rígido es fácil que en sus textos aparezcan contradicciones. Sintetizando: Las mujeres han adquirido los mismos derechos de los hombres. Son muy buenas en los estudios, estudian más que los hombres. Las mujeres están muy presentes en algunas instituciones políticas. Las mujeres se implican en la vida doméstica más que sus parejas. La violencia de género tiene como víctimas, casi siempre, a las mujeres. Por eso no hay igualdad entre los sexos, etc.
Los alumnos tienen que aprender a matizar, a cruzar diferentes aspectos, a ponerlos jerárquicamente, etc.; para obtener resultados, deben aprender a utilizar la lengua con todas sus posibilidades.

Tautología


Es muy fácil que el profesor confíe en un esquema de exposición del discurso (premisa con tesis central, demonstración, conclusión, es el esquema más obvio y sintético) con la ilusión que este pueda ayudar al desarrollo del pensamiento. Digo, por experiencia, que esto no pasa nunca, no es el esquema lo que tiene la capacidad de estimular la ideación, es un pensamiento rico lo que puede adaptarse a esquemas preconcebidos, a menudo perdiendo fuerza.
De hecho, es fácil que los jóvenes incurran en las trampas de la tautología o la casi-tautología, que pueden estar incluidas en un breve pasaje (p.ej.: “Los medios manipulan la conciencia de la gente porque son tramposos”) o proyectarse sobre partes amplias del discurso. En un texto escrito en base a esquemas canónicos, es fácil encontrar conceptos similares en la premisa, en el desarrollo y en la conclusión, con pocas variaciones.
Sin duda, la dispositio es importante en el discurso, pero he descubierto mucho más productivo exigir que los alumnos decidan cómo organizarla y aprendan a corregir sus textos cambiando el orden de los temas, evitando un ir y venir de y hacia los mismos conceptos.

Ejemplos

Me parece esclarecedora la reflexión que hacen los autores del Tratado sobre los ejemplos (es una ampliación de la de Aristóteles). Quiero recordar dos aspectos del ejemplo:
  1. se trata de un argumento muy delicado, que debe ser tratado con mucha atención (entrevistar una persona en la calle sobre la crisis actual no puede ser considerado una prueba de la opinión general sobre nuestro sistema; la entrevista de un importante economista es un argumento de autoridad51 y se acerca a la prueba; la entrevista de muchas personas o la encuesta de opinión hecha con ciertos criterios pueden ser consideradas pruebas, aunque no son “la Biblia”).
  2. Hay, por último, el exemplum in contrarium, que se opone a una generalización impropia y tiene su fuerza52.

Me gustaría extraer otros estímulos de las dos obras tratadas pero el espacio permitido se termina.
Quiero tratar rápidamente un último asunto:

Ejercicios y evaluación de los alumnos y del trabajo del profesor

No es difícil crear ejercicios divertidos e interesantes, especialmente, sobre estos temas.

Sin lugar a dudas, el mayor obstáculo que podemos encontrar al desarrollar un curso escolar y, en especial, universitario sobre la argumentación es el tiempo casi infinito que necesitaríamos para revisar todos los escritos de los alumnos, sobre todo si son ricos en ideas.
Hay, en mi opinión, unas técnicas que pueden hacer más ligera esta tremenda tarea al profesor. Esta es la lista:
  1. Preparar un cuadro de indicaciones en positivo y de posibles faltas, sacando los errores típicos que se encuentran en los textos de los alumnos (naturalmente se necesita una cierta cantidad de material), cruzándolos con las indicaciones teóricas que he proporcionado hasta ahora y eventualmente con otras que se pueden sacar de la literatura sobre el tema de la argumentación. Este cuadro se proporcionará a los alumnos a lo largo del trabajo teórico y práctico, no como “receta”.
  2. Se avisa a los alumnos que sus textos podrán ser utilizados para análisis y ejercicios colectivos o ser corregidos por sus compañeros, deben dejar aparte su susceptibilidad. Es oportuno precisar que se pide a los alumnos que despierten un espíritu crítico e incluso un poco duro, sin mala intención, en las intervenciones.
  3. Se organizan pequeños grupos de no más de cuatro personas para correcciones cruzadas de sus propios textos o de textos de grupos distintos.
  4. El profesor retira, de vez en cuando, una parte de estos textos con correcciones y revisa algunos pudiendo comentarlos en clase. Naturalmente a lo largo del curso todos los alumnos tienen que ser evaluados como “escritores” o como “profesores”, una o dos veces.
  5. El profesor puede utilizar textos, con o sin correcciones de alumnos, si se prefiere guardando el anonimato, escogiéndolos por sorteo etc., para analizarlos con el colectivo de los alumnos, en base a criterios establecidos.
  6. Sería interesante que al final de curso el profesor tuviera en sus manos al menos dos textos por alumno, el primero escrito en las primeras lecciones, el segundo en las últimas o en el examen. Los temas de las dos tareas tendrían que ser más o menos del mismo nivel. El profesor podría evaluar claramente la eficacia de sus clases.
7. Es posible ahorrar trabajo y producir también un desarrollo en el discurso oral si, de vez en cuando, los alumnos tienen que hacer un esquema de desarrollo del discurso sobre un tema dado y lo exponen oralmente. El profesor puede evaluar, en tal caso, la intervención oral y también el esquema que el alumno tiene que entregar.
8. Naturalmente el profesor tiene que proporcionar textos y otro material – no demasiado – y pedir eventualmente a los alumnos que busquen material – no demasiado - sobre los temas dados.

BIBLIOGRAFÍA ESENCIAL

He utilizado sobre todo algunos libros de mi biblioteca, en italiano, y he traducido al español los pasajes que he mencionado en mi trabajo.

Aristóteles: Retórica. Introducción, traducción y notas de Alberto Bernabé. Madrid 2010. Alianza editorial. Primera edición: 1998.

Aristóteles: Poética. Introducción, traducción y notas de Alicia Villar Lecumberri. Madrid 2010: Alianza editorial. Primera edicción: 2004.

Perelman Chaïm e Olbrechts-Tyteca, Lucie: Trattato dell'argomentazione. La nuova retorica. Título original: Traité de l'argumentacíón. La nouvelle rhetorique: 1958. Presses Univertitaires de France. Trad. Carla Schick y Elena Barassi. Milano. Einaudi 1966 y 1989. Con Introduzione di Norberto Bobbio.

Gruppo μ : Retorica Generale. Le figure della comunicazione. Trad. de Mauro Wolf. Milano 1976. Gruppo editoriale Fabbri-Bompiani. Con breve comentario de Umberto Eco.

Armando Plebe e Pietro Emanuele: Manuale di retorica. Bari 1988: Laterza (los autores de este texto, que no he citado en mi trabajo, son adversarios “feroces” de Perelman)

Mortara Garavelli, Bice: Manuale di retorica. Milano 1988. Bompiani
Bertocchi, Daniela: Educazione linguistica e curriculum. Milano 1981. Bruno Mondadori Editore

Le Geometrie non Euclidee”. Véase el enlace de la Universidad de Bolonia: http://progettomatematica.dm.unibo.it/GeometrieNonEuclidee/homepage.html

Discurso de Charles Chaplin en El Gran Dictador 1940: véase el enlace http://www.youtube.com/watch?v=he26DAbk3Sw

Gianotti, Gianfranco e Pennaccini, Adriano: Società e comunicazione letteraria di Roma antica. Torino 1992. Loescher Editore. Vol. II

Tornatore, Lydia; Ferrisi, Pietro Antonio; Polizzi, Gaspare: La filosofía attraverso i testi: profili temi autori. Torino 1996. Loescher Editore. Vol. I

M.T. Cicerón: De inventione. Véase el enlace http://scrineum.unipv.it/wight/invs1.htm#1.1

Vega Reñón, Luis: “Argumentación”, en Diccionario Crítico de Ciencias Sociales. Dir. Román Reyes. Véase el enlace http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/A/argumentacion.htm.

Vega Reñón, Luis: “Entimemas”, 2004. Véase el enlace http://www.biblioteca.org.ar/zip4.asp?texto=200513

Vega Reñón, Luis: “Argumentación. Indicaciones bibliográficas”. Véase el enlace www.uned.es/dpto_log/lvega/docs/ARGUM-BIBLIOG.PDF

NOTAS (No sé si se conectan automáticamente a los números en el texto. Me parece que no puedo activar este "mecanismo", no sé hacerlo) 

1 Giacomo Leopardi, La Ginestra. Se encuentra en Canti. Hay muchas ediciones. Señalo esta bilingüe: G.Leopardi: Cantos escogidos. Traducción y selección de Luis Martínez de Merlo. Edición bilingüe. Madrid, 1998: Hiperión.
2 Naturalmente no es el momento de introducir una reflexión sobre la retórica latina. Pero, exclusivamente como“pista” que se tendría que investigar, propongo una lectura rápida de los apartados 1.1- 1.8 del De inventione deCicerón: el abogado y político latino proporciona en esta parte su concepción de la oratoria y de la retórica, en las que se puede reconocer fácilmente su distancia de las posturas de Aristóteles. Véase el enlace http://scrineum.unipv.it/wight/invs1.htm#1.1
3 Este es el reproche que continuamente hacen en esto últimos años los integristas religiosos a los laicos no creyentes: la acusación de relativismo cultural que llevaría a la inmoralidad.
4 Hay una tratamiento sistemático de los tópicos en una obra de Aristóteles distinta de la Retórica, cuyo título es Tópicos: véase el enlace http://www.casadellibro.com/libro-categorias-y-topicos-sobre-las-refutaciones-sofisticas-tratados-de-logica-organon-t-1/84860/2900000084926
5 Una interesante traslación de este asunto se encuentra en el artículo “ENTIMEMAS”, de Luis Vega Reñón. Véase el enlace http://www.biblioteca.org.ar/zip4.asp?texto=200513. Volveré a este ensayo.
6 Poseo la edición italiana: Grupo μ : Retorica Generale. Le figure della comunicazione. Trad. de Mauro Wolf. Milano 1976: Gruppo editoriale Fabbri-Bompiani.
7 No conozco toda la literatura del siglo XX sobre la retórica clásica, ni siquiera la mayoría, excepto a través de la lectura de manuales, como, p.ej., Bice Mortara Garavelli, Manuale di retórica, Milano 1988: Editoriale Fabbri, Bompiani, Sonzogno, Etas.. De este libro existe la traducción en español. Véase el enlace: http://books.google.es/books/about/Manual_de_ret%C3%B3rica.html?id=VooDpxQz484C. Pero pienso que las dos obras que he mencionado pueden representar de manera eficaz las dos tendencias opuestas.
8 Umberto Eco, comentario en la contraportada de la obra cit. en la nota anterior.
9Utilizo para mi trabajo la versión italiana: Perelman y Olbrechts-Tyteca, Trattato dell'argomentazione. La nuova retorica. Título original: Traité de l'argumentacíón. La nouvelle rhetorique: 1958. Presses Univertitaires de France. Trad. a italiano: Carla Schick y Elena Barassi. Milano. Einaudi 1966 y 1989. (La traducción del italiano al español, de este y otros pasajes del texto, naturalmente, es mía).La edición italiana impresa con caracteres pequeñitos: 593 páginas, bibliografía e índices incluidos. En Internet existe la versión de la traducción española (véase el enlace http://www.quedelibros.com/libro/63149/Tratado-De-La-Argumentacionpdf.html) de 857 páginas, que no he logrado bajar.
10 En mi país, al principio de los años ochenta del siglo XX, los principales editores de libros de texto adoptaron la propuesta de modelos textuales de Werlich (Egon Werlich, Typologie der Texte. Entwurf eines textlinguistischen Modells zur Grundlegung einer Textgrammatik, Heidelberg, Quelle & Meyer, 1975), que incluía el texto argumentativo. Este modelo de enseñanza fue adaptado y promovido en Italia por la profesora Daniela Bertocchi, que publicó en la importante e innovadora Editorial Bruno Mondadori un afortunado texto: Educazione linguistica e curriculum, Milano 1981, y luego textos para la escuela. Este modelo encantó a los profesores ilusionados con disponer de una clasificación casi matemática de los textos. De hecho, ocultaba importantes errores lógicos. Ya en aquellos años, el de Werlich-Bertocchi me parecía un esquema rígido, de bajo nivel, artificial, incapaz de estimular el gusto y la capacidad de escribir textos interesantes y coherentes, demasiado atado al behaviorismo, que en esos años se difundió tumultuosamente en las escuelas italianas transformando a menudo la enseñanza en adiestramiento. Es extraño que, en la distancia de más de un cuarto de siglo, este modelo siga para algunos inmutable: véase, por ej., entre varios que se pueden sacar de Internet, este enlace: http://cird.unive.it/dspace/bitstream/123456789/738/1/Testo%20e%20tipi%20testuali.pdf.
11 Véase el comentario del coordinador de esta edición de la Retórica. Cf. en Aristóteles, op. cit., pp. 31-33.
12 ¡El punto medio, el fénix de Aristóteles y de filósofos e intelectuales posteriores, de diferente orientación! Seguramente, en relación a la argumentación, Aristóteles manifiesta una ductilidad intelectual que difícilmente se encontrará en teóricos de siglos posteriores.
13 Homero, Ilíada 18.109 s.(nota incluida en el Tratado).
14 Su origen es, al menos en parte, la actividad que los maestros de retórica, sofistas como Protágoras y Gorgias, mantenían ante un público de hombres cultos para conseguir alumnos. Sobre los discursos epidícticos volverán Perelman y Olbrechts-Tyteca, revalorizándolos en relación con los profundos cambios de los últimos siglos (prensa, preeminencia de textos escritos etc.).
15 El discurso sobre este tema, sobre lo justo y lo injusto, interesará y fascinará de especial manera a Perelman.
16 Parece la descripción del aspecto más llamativo de la vida política italiana de buena parte de las últimas décadas.
17 Mi reflexión: su visión es seguramente fuerte en “historia magistra vitae” y de inmutabilidad de la naturaleza humana. Además, sobre el uso y las distintas funciones de los ejemplos volverá Perelman con un análisis más atento y muy útil, en mi opinión.
18 Sobre la inducción, el filósofo profundiza mucho menos el discurso, aunque proporciona reflexiones significativas.
19 Sobre esta parte, que es el “corazón” de la Retórica, volverán con un análisis amplísimo Perelman y Olbrechts-Tyeteca. Es una parte sin duda difícil, pero importante en una perspectiva didáctica. Es necesario, al menos, explicar los conceptos esenciales y buscar aquellos elementos que se consideran útiles. El entimema, “hijo” de los tópicos, ha sido descalificado, considerado una subespecie del silogismo reducido. Es interesantísima la disertación sobre el asunto que ha hecho el Profesor Luis Vega Reñón, en su artículo-libro “Entimemas” (para encontrar el enlace, véase nota 5). En el abstract de su ensayo, así se expresa: “La versión tradicional de entimema, a diferencia de la concepción aristotélica, lo conceptúa como un silogismo incompleto, cuya carencia de alguna premisa más o menos implícita exige la reconstrucción cabal del argumento en orden a su convalidación. Para el autor [el mismo Vega Reñón], ésta es una visión trivial que analiza el entimema exclusivamente desde el punto de vista lógico de la argumentación y al margen de su contexto pragmático. Por ello, alternativamente, plantea un tratamiento del entimema acorde con la actual teoría de la argumentación, integrando las perspectivas dialéctica y retórica. Así, el entimema se presenta como un razonamiento plausible (no es aserción de conocimiento propiamente dicha), rebatible (por una contraprueba o contrargumentación) y persuasivo (inclusión del auditorio en la integración de las premisas y en asunción de la conclusión)”.
20 Como es universalmente sabido, sobre la cuestión de lo cómico en Aristóteles (según algunos, el discurso sobre la comedia ocupaba una parte significativa de la Poética y se extravió), ha construido su novela postmoderna, El nombre de la rosa (1981), el semiólogo italiano Umberto Eco.
21 Aristóteles, realmente, no separa con claridad la inventio, que se ocupa de las estructuras profundas del discurso, de la dispositio, de la elocutio o de la actio, porque tendencialmente considera también la “forma” del discurso, más que como adorno superpuesto a los “contenidos”, como algo que forma parte del pensamiento argumentativo, aunque no siempre. De todos modos, si intentamos aislar en la Retórica, naturalmente por aproximación, lo que seguramente se puede considerar inventio, descubrimos (por supuesto me refiero a la traducción española) que de las 275 páginas de la obra, sólo 60 están dedicadas a la dispositio, la elocutio y la actio. Esta diferencia de extensión entre las tres partes es importante para comparar la “verdadera” retórica aristotélica con las reducciones que se han hecho en los siglos posteriores.
22 Al lector de hoy puede parecer extraña esta preocupación por la pronunciación del discurso como si fuera un aria de ópera. Con respecto a esto, se debe tener cuenta que los discursos de los que habla Aristóteles eran solo orales (aunque algunos oradores los hayan escrito y publicado después) y el público no podía escuchar o leer luego lo que habían dicho los oradores. Por eso, la actio, una actuación clara, expresiva y capaz de contribuir a fijar el discurso en la memoria de los oyentes, era muy importante.
23 Se tiene que subrayar que las reglas conectadas con la dispositio – la parte más fácil de esquematizar y proponer como “receta” - se han hecho siempre más constrictivas con el paso del tiempo hasta hoy en día, sobre todo en la enseñanza.
24 Llamo la atención sobre otra elección mía fundamental, para que se entienda mi trabajo: los autores del Tratado hablan, a diferencia de Aristóteles, sobre todo de textos escritos. Yo llamaré al autor del discurso, de todos modos, “orador”, sin hacer diferencias, lo que complicaría mi exposición.
25 “La retórica digna del filósofo, nos dice Platón en el Fedro, la que con sus razones cautivaría a los mismos dioses, tendría que ponerse […] bajo el signo de la verdad.” Perelman y Olbrechts-Tyeca, ob.cit., p. 9.
26 Entre las “ciencias de la naturaleza”, junto a las matemáticas, y las “ciencias humanas”, en la época moderna hubo siempre una separación. El Positivismo intentó, a menudo forzadamente y en buena parte sin éxito, unificar las dos ramas del conocimiento humano con el sometimiento de los fenómenos humanos bajo leyes similares a las de la física. No soy epistemóloga, pero me parece que, aunque parcialmente, las mismas “ciencias de la naturaleza” se han acercado a las ciencias humanas en las incertidumbres razonadas de sus premisas. Hoy, sobre todo en relación con la física y con las concepciones del universo, se habla más de “modelos” que de conjuntos de conocimientos seguros, que era la concepción de la física desde Newton en adelante.
27 Con esta expresión los autores se refieren a algunos maestros sofistas de elocuencia, que, a través de sus discursos de exhibición, buscaban alumnos y cuyos tratados reducían la retórica a un “juego” de astucia; también Aristóteles los crítica a menudo en su Retórica.
28 Resulta claro, de esta “reivindicación”, que los autores sitúan la argumentación retórica en el mismo plano “de nobleza” en el que tradicionalmente se encuentra la lógica.
29 En realidad, estos axiomas no son únicos y fijos, como se pensaba hace siglos. Hay un ejemplo interesante de esta posible variación de los axiomas en las geometrías no euclídeas. Véase el interesante enlace (en italiano) de la Universidad de Bolonia: http://progettomatematica.dm.unibo.it/GeometrieNonEuclidee/homepage.html
30 Los autores, como pensaba más de 2300 años antes Aristóteles, eliminan lo “diabólico” que una larga tradición filosófica, y además religiosa, había atribuido y sigue atribuyendo al discurso (laico) orientado a la persuasión.
31 De estas reflexiones se puede deducir que, si el orador lleva al extremo la pretensión de hablar a todo el mundo y, en consecuencia, de proporcionar discursos objetivos, la pretensión de objetividad muestra posiciones intolerantes; por el contrario, la conciencia del cuadro no absoluto, sino parcial, de las premisas del discurso propio conduce a una mayor apertura, aunque al “sentido común” le pueda parecer verdad lo contrario. Sin embargo, el impresionante desarrollo de los medios de comunicación de masas que ha tenido lugar después de la publicación del Tratado, y el hecho de que muchos discursos se escriban y se transmitan a través de la prensa, la televisión, Internet, exige que los autores se pongan ante un público muy amplio y heterogéneo haciendo más compleja y rica su tarea.
32 Este tema puede ofrecer interesantes aplicaciones didácticas.
33 Probablemente los autores no consideran suficientemente el caso en el que aparecen todas las premisas de una comunicación positiva, incluso el respeto recíproco y de las normas comunicativas, explícitas o implícitas, que tendrían que garantizar un proceso de acercamiento entre los interlocutores, pero en el que no sólo no se llega a la persuasión (cosa que sucede muchas veces) sino que además se produce un total fracaso en las relaciones humanas. ¿Es el optimismo de una postguerra llena de esperanzas?
34 Los atextos a los que se refieren aquí – lo precisan en una nota - son la Rethorica ad Herennium, el De inventione de Cicerón y la Institutio oratoria de Quintiliano, no la Retórica de Aristóteles.
35 Es muy interesante, en este sentido, una obra dramática de Luigi Pirandello: Seis personajes en busca de autor (1921). Los seis forman parte de un grupo - cuatro de la misma familia - que ha vivido acontecimientos dramáticos. Cada uno relata los episodios de un pasado traumático común, pero las historias parecen divergentes, no reducibles a una historia compartida, porque cada uno elige los hechos de manera diferente y los interpreta según su idiosincrasia.
36 Los datos proporcionados por una encuesta sociológica son útiles como prueba de un argumento, pero esta prueba no es absoluta. La organización de la encuesta, que tiene el objetivo de transformar aspectos cualitativos en cuantitativos, y la lectura de los datos, pese a los actuales medios informáticos, están siempre influenciadas por las posiciones y las elecciones de método de los investigadores. Volveré a hablar de este tipo de datos.
37 Pienso en el Movimiento 15M y en su reivindicación de “democracia real”. En los puntos que han elaborado está la posibilidad de que el electorado destituya a un cargo electo. Yo, que ya tengo cierta edad y por eso no participo en el M15, me pregunto: ¿Cómo se podría llevar esto a cabo en un país de cincuenta millones de habitantes? ¿Y cómo puede un movimiento que aspira a convertirse como mínimo en europeo, plantearse este objetivo para cientos de millones de habitantes? Para mí sería bueno cambiar, en un sentido más democrático, la ley electoral, pero sería un objetivo que los autores definirían “concreto”, propio de los que no quieren un cambio o lo quieren con demasiada cautela. Cuando pienso en esto, no puedo dejar de sentir atracción por la frescura y la generosidad de este movimiento con el que comparto la aspiración profunda de cambio, la rebelión de la generación más joven contra la resignación y la marginación, y también algunos objetivos concretos. Recuerdo que yo misma era diferente cuando era joven y tengo también miedo de que estos “valores abstractos”, utópicos, puedan conducirlo al fracaso o, incluso, a una regresión.
38 No me detengo en las definiciones y en el examen y de los “argumentos casi lógicos”, que se pueden, hasta cierto punto, comparar con los axiomas de las matemáticas. Podría sólo parafrasear pero no hacer un resumen que fuese claro de estas páginas. Propongo, para que se pueda recibir una imagen general, es esquema de todos los argumentos que propone Perelmas: naturalmente lo he reproducido en traducción.
39Toda la disertación de Mortara Goravelli sobre los tópicos, los entimemas y los argumentos, desde Aristóteles a los
estudiosos del siglo XX, es esclarecedora. Cf. Mortara Garavelli, ob. cit., pp. 75-104.
40 Propongo este ejemplo, más fácil que los que proporcionan los autores. Pongamos que una persona diga que ciertos padres son buenos padres y, más adelante, que sacan por la noche a los hijos pequeños a la calle para poderse divertir con amigos. Las dos proposiciones pueden parecer contrastadas si los principios educativos compartidos por el conjunto de personas con quienes se relaciona el hablante cree que los niños han de tener horarios regulados, se deben a costar mucho antes que los adultos etc.; no hay incompatibilidad si el hablante se encuentra en una sociedad en la que hay principios más elásticos en relación a estos aspectos de la educación de los niños.
41 Este es sólo uno de los muchos ejemplos que se pueden sacar de este Tratado, de la elección de mediar entre conceptos y descripciones de hechos que, en una visión rígida, se consideran opuestos. De estas “estrategias”, que utilizamos a menudo en nuestra vida personal y pública, sale, como diré en el ámbito didáctico, la necesidad de enseñar a gestionar una tesis compleja.
42 En relación a este tipo de tautología, los autores no ofrecen ejemplos, los consideran obvios. Pongo yo un ejemplo: “Bailar es agradable, por eso me gusta mucho”.
43 Los Autores del Tratado citan B.Nogaro, Le valeur logique de las théories économiques.
44 Hoy, más que nunca, me parece necesaria una profundización sobre la naturaleza y los efectos de los ejemplos en el ámbito didáctico.
45 Reflexión mía: quizás, una encuesta sobre una cuestión en la que se recogen las opiniones y también las experiencias de muchas personas, podría, en algunos casos, ser considerada un medio de adquisición de ejemplos, transformando calidad en cantidad.
46 Los autores no proporcionan un ejemplo de esto, y me parece oportuno proponerlo yo. Una profesora de lengua le dice a su colega de música: “Qué éxito estamos teniendo con los chicos de esta clase. ¡Todos respetuosos, colaboradores, comprometidos con el estudio, solidarios! Los demás profesores también están muy contentos con ellos”. Le contesta el músico: “¿Lo crees de verdad? Salgo ahora de clase, estoy desesperado. No siguen lo que digo, se pelean, me vuelven loco”. Es suficiente el ejemplo de la mala educación de los chicos hacia el profesor de música para que la generalización optimista de la profesora de lengua pierda su fundamento.
47 Es muy interesante la visión que Mortara Garavelli ofrece de la dispositio, empezando por
Aristóteles hasta llegar a este siglo. Cf. Mortara Garavelli, ob. cit. pp. 105-114).
48 Se han ampliado los conocimientos y las mnemotecnias del pasado, por razones obvias, se han dejado de lado. Sólo la escritura permite construir un discurso complejo y documentado. El discurso oral depende, en general, de lo escrito, incluso cuando el orador no lee las páginas de su intervención.
49 Luis Vega Reñón, a propósito de esto, precisa: “Como toda argumentación envuelve un trasfondo tácito o implícito,el derecho a pedir explicitaciones y precisiones puede llevarse hasta un grado de abuso, conducir a un regreso sin fin y convertirse en una estratagema ilegítima en la medida en que representa una especie de filibusterismo discursivo para colapsar la discusión, coloca al proponente en una posición insostenible desde el principio. Dicho de otro modo, en los entimemas, así como no puede darse por descontado todo, tampoco puede ponerse todo en cuestión. Tanto un extremo como el otro malograrían la comunicación y el entendimiento mutuo, en definitiva, la conversación de modo que harían inviable el debate razonable”. Cfr. Luis Vega Reñon, “Entimemas”, cit.. Este es un ensayo que, sobre todo en la parte final, ofrece muchas ideas interesantes que pueden aplicarse en ámbito didáctico.
50 Puede pasar que una persona se encuentre en una situación en la que habla a un público que no conoce y que percibe como hostil, como pasa al barbero en la película El Gran Dictador: Charlie Chaplin, empezando el monólogo-discurso final ante los soldados y a las autoridades nazis (no se sabe si entre estas personas hay alguien que se siente oprimido por este régimen), empezando su discurso, se lanza sin paracaídas. El discurso, de verdad, está dirigido a un segundo público, a un “público universal”, formado por los que verán la película, rodada en 1940, apasionada y trágica sátira del nazismo. Véase el enlace: http://www.youtube.com/watch?v=he26DAbk3Sw. Naturalmente es muy difícil que una situación similar pase en la realidad.
51 No he hablado, por un problema de espacio, del argumento de autoridad, del que tratan las dos obras que están en el centro de mi trabajo.
52 Cfr. p... del presente trabajo.

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